El pasado 22 de septiembre de 2024, el Obispo Clodomir consagró a un nuevo obispo. La consagración de un siervo de Dios es un reconocimiento de su profunda dedicación al llamado de Jesús Cristo. Este acto no solo es digno, es mucho más. El significado de ser consagrado es un reconocimiento tanto de Dios como del pueblo. En otras palabras, la consagración se concreta solo cuando el ministerio del siervo demuestra la capacidad de brindar un servicio aún más fructífero en favor de las almas sufrientes.
La Palabra de Dios dice así, “Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de … y lo ungió, para consagrarlo” (Levítico 8:12). Según la Palabra, en este tiempo Dios mando a Moisés a consagrar a Aaron y a sus hijos por los sacrificios que ellos hacían por el pueblo de Israel.
Muchos no conocen la vida de un pastor y todas las injusticias, tribulaciones y momentos difíciles que ellos enfrentan para distribuir la unción de Dios. El sacrificio no se hace ni se menciona para agradar a nadie. El sacrificio solemne se realiza para ganar almas y para agradar a Dios, y para tener Su presencia hasta el fin. Hay muchos que dejan la obra y, mucho más que eso, dejan la presencia de Dios. Es por esta razón que cuando hay consagración de un nuevo obispo, se celebra el gran milagro que se llevó a cabo. Muchos desean vencer, pero pocos enfrentan con la fe sobrenatural que los capacita para actuar con valentía y rapidez cuando es necesario. Es importante entender que, antes de ser consagrados, muchos de estos siervos enfrentaron momentos difíciles que exigieron decisiones complicadas. Sin embargo, fue en esos momentos cuando demostraron la confianza y certeza que tienen en el Señor; eso es lo que constituye el verdadero milagro ante Dios y ante el pueblo que sirven y cuidan.
Porque la Palabra nos revela así: “Consagraos, porque mañana el Señor hará maravillas entre vosotros” (Josué 3:5). Todo aquel que es consagrado por el Señor hará cosas más grandes de las que se imaginaba porque eso es lo que está ESCRITO.