La Palabra de Dios nos refiere: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. Juan 15:16.
Analicemos cada parte:
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”. ¿Cómo puede saber que esta palabra es una realidad en su vida? ¿qué realmente ha sido escogido por Dios, para tomar la decisión de atender y de corresponder a esta elección? Cada uno de nosotros estamos aquí y hemos buscado a Dios, porque fue el Espíritu Santo que nos buscó primero, fue Él que nos llamó, todo comienza en Él y termina en Él. Cuando uno atiende esta elección y se entrega a Él verdaderamente hay resultados, esto es, hay frutos que revelan y muestran que Dios nos escogió.
Es necesario aclarar lo siguiente: existen los resultados de la fe, por ejemplo: la sanación de un enfermo, la liberación de una persona que estaba oprimida o deprimida, mientras tanto otras fueron sanadas y otras han sido respondidas con respecto a una bendición familiar, sentimental, financiera… Estos aspectos mencionados anteriormente son apenas respuestas que son los resultados de la fe, pero no es la transformación de vida de una persona. Dios no nos ha elegido apenas para lograr respuestas, sino para que demos frutos.
“Y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. Cuando nuestra vida se convierte en una vida fructífera, nosotros tenemos el poder de Dios a nuestra disposición. ¿Qué significa dar fruto? Es manifestar el carácter de Dios en nuestra vida.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Gálatas 5:22, 23. Cuando el Señor Jesús se manifiesta en la vida de alguien, los frutos mencionados anteriormente se manifiestan naturalmente en el carácter de la persona, en su conducta y en su comportamiento, porque fue transformado en una nueva criatura, eso significa que fue trasladado del Monte de la Maldición al Monte de la Bendición. El resultado es que la persona apenas no será bendecida, sino que ella bendecirá a otros y la vida de esa persona se convierte en un ejemplo de fe. Cuando se está en ese tipo de relación con Dios se cumple esa Palabra que leemos en versículo, “Para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.
Para que podamos ser referencia para otros, tenemos que dar frutos y vencer los problemas, tanto los naturales como los espirituales. Los naturales los vencemos como su término lo dice por los medios naturales, pero los espirituales sólo se pueden vencer con el poder de Dios. Porque si en nuestra vida hay derrota, es por lo consecutivo que habrá vergüenza. No es de la voluntad de Dios que seamos avergonzados, observemos que Él dice: “todo lo que pidas”, para nosotros todo es todo. Pero, todo comienza con nuestra vida espiritual, con nuestra relación con Dios, tenemos que preguntarnos: ¿yo he dado fruto? Si nosotros hemos sido vencidos es por nuestra propia responsabilidad, si somos derrotados es porque nos faltó un fruto tal vez paciencia.
Por ejemplo: cuántas son las personas que quieren vencer financieramente, pero en su vida económica les falta fidelidad, no son fieles en su trabajo, realizando su trabajo de cualquier manera. Cuando uno es infiel en una cosa, es infiel en todo, eso muestra que la persona es problemática, porque ella vive en el Monte de la Maldición, todo empeora si la persona conoce la verdad que es la Palabra de Dios y continúa viviendo en la mentira, no queriendo vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.
Si ha existido derrota en alguna área de nuestra vida, es porque nos falta fruto, esto es, amor de Dios en nosotros, porque cuando falta amor de Dios, falta amor de nosotros para con las personas. Eso conlleva a vivir en el engaño, en la mentira, en la malicia, vivir en la falsedad y en otros problemas que pudieran estar en el interior de uno. No podemos responsabilizar a los demás de nuestras fallas u errores, uno tiene asumir lo que está mal y ver que es lo que hay en nuestro interior y arrancarlo.
Si usted reconoce que usted necesita ser transformado por Dios para poder dar fruto, busqué tener una relación con Él y sepa que Dios ha mirado para su sinceridad y por eso lo ha elegido. Dios nunca escogerá algo bueno que no necesita una transformación, Dios elige lo malo para transformarlo en algo bueno. Dios le ha escogido para limpiarle de sus pecados, errores, de sus malicias, etc. Él quiere a través de Su Palabra educarlo, orientarlo, liberarlo, transformarlo… Y todo lo malo será suplido por una paz en su interior que será la certeza de su salvación y así en lo posterior usted puede llevar mucho fruto.
Dios les bendiga.
