Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que el corazón de uno está puro y limpio?
La palabra “antipatía” significa desagrado, hostilidad o aversión hacia alguien o algo. Muchas veces, cuando hablamos de “antipatía”, nos referimos a un instinto de oposición o, mejor dicho, a un rechazo hacia la actitud o el carácter de una persona hacia otra. Dicho de otro modo, en términos espirituales, es cuando el “santo” de una persona no armoniza con el de otra.

La Palabra nos enseña sobre este tema así: “También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo. Y Caín dijo a su hermano Abel: vayamos al campo. Y aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Génesis 4:4-10).
Según la Palabra, el carácter está relacionado con la ofrenda.

Pero, ¿de qué manera están relacionadas las ofrendas y el carácter?
La respuesta es simple: disposición. Cuando se habla de ofrendas bíblicas, no siempre se está hablando de dar algo físico, porque Caín también dio algo material. Es decir, hizo los mismos propósitos y ofrendas físicas que Abel. Sin embargo, en este caso se está hablando de actitud, o mejor dicho, de la ofrenda de actitud o carácter. La disposición bíblica se refiere a la actitud del corazón y la mente que una persona tiene hacia Dios, Su Palabra y Su voluntad. Desafortunadamente, Caín no tuvo la misma disposición que Abel. Como resultado de no demostrar esta disposición, Caín no tuvo una experiencia con Dios, como sí la tuvo Abel.
El mal carácter de Caín se reflejaba en la ofrenda que daba. Es decir, cuando uno hace el bien, produce fruto bueno, que es el buen carácter. Pero si uno hace lo malo, lo único que produce es fruto malo: el fruto perverso que Dios rechazó en esta acción.

Es ahí que llega la pregunta: Si Caín dio las mismas ofrendas físicas que Abel, ¿por qué no produjo buenos frutos o fue rechazado?
Como se mencionó anteriormente, él no tuvo la misma disposición que Abel; o mejor dicho, el corazón de Caín no era puro ni limpio. Su corazón estaba lleno de envidia y odio: envidia por no tener la misma experiencia que tuvo su hermano, y odio porque deseaba lo que Abel tenía. Cuando Caín ofrecía su ofrenda, lo hacía para competir con Abel, no porque anhelara una relación con Dios.
El mal siempre va a querer competir con lo bueno. La actitud del corazón y de la mente fue la razón por la cual Caín fue rechazado. Caín no daba su ofrenda por fe; la daba simplemente para competir con Abel. O mejor dicho, la presentaba desde un corazón lleno de envidia y odio, con el deseo de superar a su hermano, no porque buscara una relación con Dios. Es por esta razón que no produjo buenos frutos y fue rechazado.


La Palabra nos revela esto así: “Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla” (Hebreos 11:4).
La ofrenda es algo bíblico que uno debe dar para acercarse más a Dios, pero no es una obligación, sino un acto voluntario. Es decir, para ser reconocido por Él, uno debe reconocer Su autoridad, estar dispuesto a obedecer, tener el deseo de agradar a Dios más que a sí mismo y, sobre todo, mantenerse humilde y enseñable. Esta fue la ofrenda que Abel dio y por la cual fue justificado.

Pero, ¿cómo fue Abel justificado?
Según la Palabra, la disposición de Abel se reflejó en su carácter al dar, lo cual produjo frutos buenos. Fue un ofrendante tan fiel y puro, que incluso después de su muerte, Abel siguió siendo un testimonio de Dios.

Al comienzo de este artículo se mencionó la palabra “antipatía”, y de ahí surge la pregunta: ¿Será que uno siente antipatía hacia las cosas de Dios, al igual que Caín?
Con todo esto dicho, debemos tener cuidado con aquellos que dicen ser nuestros “hermanos”. Cuando uno está caminando o descubriendo el buen camino, debe ser cauteloso incluso con personas que ha conocido desde antes. Esto no significa que no se puedan tener amistades, pero es importante discernir si esas amistades están en armonía con la Palabra. Y la forma de hacerlo es observando los frutos de aquella persona que desea ser su amigo. El hipócrita puede engañar a los sinceros y puros de corazón, ¡PERO NUNCA AL ESPÍRITU DEL ALTAR!

Abel fue justificado porque recibió lo eterno y siguió siendo un gran testimonio de Dios, tanto así que fue mencionado por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.


El Señor desea que todos nosotros seamos testimonio de Él, así como lo fue Abel. Reflexionando sobre lo que está escrito, les sugiero que limpien su corazón y lo hagan puro por Él y por nadie más, para que usted, al igual que Abel, reciba la justificación de parte de Dios, sea un testimonio vivo y, sobre todo, reciba lo eterno: El ESPÍRITU SANTO.