Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Qué es la defensa de la fe?
Muchos, cuando escuchan “defender su fe”, piensan que se trata de un debate o de salir al público para argumentar su fe con otros que no creen o que simplemente no han tenido un encuentro con el Señor Jesús. Pero defender la fe no significa pelear con los demás ni tratar de convencerlos, porque lo único que puede convencer a alguien es Su Palabra.
La Palabra dice así: “Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos. Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo” (Judas 1:3-4).


Muchos saben que Dios es Todopoderoso, pero no tienen compromiso con Él. Es decir, la fe que muchos tienen es una fe natural que solo proviene de los hombres. Pero la fe dada por el Espíritu Santo no proviene de un hombre ni de los hombres. Para que quede claro: la fe sobrenatural viene del Espíritu Santo, que es Dios.
Se repite: cuando hablamos de defender la fe, no se trata de debates ni de disputas con personas que discrepan o atacan la fe que nos da Dios. La Palabra de Dios nos enseña a no discutir sobre opiniones, dudas o temas controvertidos y sin valor.

La Palabra nos enseña así:

“Acepten a los creyentes que son débiles en la fe y no discutan acerca de lo que ellos consideran bueno o malo” (Romanos 14:1).
Aquí, la Palabra nos está advirtiendo que debemos aceptar el estado en el que algunos tal vez se encuentren debido a su baja fe. Es decir, uno no debe murmurar sobre la condición de los demás, sino orar por ellos. Orar por el prójimo es parte de defender la fe con los actos que Dios nos enseña a realizar.


“Te repito: no te metas en discusiones necias y sin sentido que solo inician pleitos. Un siervo del Señor no debe andar peleando, sino que debe ser bondadoso con todos, capaz de enseñar y paciente con las personas difíciles” (2 Timoteo 2:23-24).
El bondadoso con fe sobrenatural actúa con compasión hacia todas las personas, o mejor dicho, hacia todas las almas. No lo hace esperando algo a cambio, sino porque conoce la verdad de la Palabra que viene del Espíritu Santo. El acto de ser bondadoso es parte de defender su fe, ya que otros, especialmente aquellos con una fe más débil, ven su buen ejemplo que proviene de Dios.

“No te metas en discusiones necias sobre listas de linajes espirituales o en riñas y peleas acerca de la obediencia a las leyes judías. Todo esto es inútil y una pérdida de tiempo” (Tito 3:9).
Cuando la Palabra habla de leyes judías o de las leyes de Moisés, se está refiriendo a los mandamientos. En este versículo, se nos dice que uno no debe discutir sobre cómo obedecer la Palabra de Dios y sus mandamientos, porque eso solo lleva a pleitos vacíos.


Pero, ¿por qué la Palabra nos advierte de no discutir de esta manera?

El Señor no quiere peleas, Él quiere que tengamos fe. Cuando entramos en este tipo de discusiones, es posible que perdamos la fe. Estos pleitos atacan específicamente nuestra fe, que es lo que el Mal siempre trata de debilitar. Los ataques principales siempre van dirigidos contra todo aquello que fortalece nuestra fe.
Cuando vivimos la fe bíblica, no debemos murmurar ni aceptar la derrota. Esto significa que no debemos entrar en discusiones con personas que aún no creen en Él, porque esto afectará nuestra mente y nuestro corazón, que ya han sido limpiados de todo lo negativo, como el enojo. Evitar y apartarse de los pleitos es parte de defender la fe.


La Palabra nos enseña así: “Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo” (Efesios 4:26-27).
El diablo o el mal siempre intentará afectar nuestra fe y envolvernos en discusiones y pleitos.
La Palabra nos advierte de esto de la siguiente manera: “Todas las cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena” (Tito 1:15-16).

Es decir, uno no puede cambiar la mente de alguien incrédulo o que no cree en Él; lo único que puede hacerlo es Su Palabra. Cuando uno murmura o entra en pleitos, es el equivalente a decir que no tiene fe, porque quien cree es bondadoso y no permite que el enojo lo domine. Eso es defender la fe: reconocer que todo argumento negativo es una trampa del diablo para hacer que uno vaya en contra de su fe.
Recuerde, la murmuración es como una oración contra Dios, y como resultado, uno puede incluso perder la salvación.

La Palabra nos advierte así: “Cuida tu lengua y mantén la boca cerrada, y no te meterás en problemas” (Proverbios 21:23).

Todos tenemos la decisión que tomar en referencia a nuestra fe, pero aquel que ha nacido en la fe sobrenatural que proviene de Dios la defiende como el Espíritu Santo enseñó. Con todo esto, les dejo una sugerencia: cuiden su mente y su corazón, no permitan que nada los ensucie y, principalmente, mediten en la Palabra.