El Pan de Vida

Lea este artículo con gran atención para que descubra la razón por la cual el Señor Jesús nos da la revelación de dar pan como un punto de contacto con Él. La Palabra dice así: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Juan 6:35). Según la Palabra, el Señor Jesús se declaró el pan de vida; pero más que eso, Él dijo que el que viene a Él y cree no sufrirá de hambre ni de sed.

Pero, ¿qué significa bíblicamente la sed y el hambre que uno experimenta?

Significa que uno está pasando por una escasez espiritual que requiere una nueva vida. Mucha gente está atravesando problemas de salud, de familia, y de envidia en cualquier lugar donde va, además de problemas internos como la depresión, y no haya qué hacer. En otras palabras, están pasando por una escasez espiritual en la que se sienten perdidos, sin saber qué hacer. Pero esta situación no es nada nuevo para Él. Las Sagradas Escrituras hablan de una mujer cananea que se hallaba perdida y confusa, sin saber qué hacer ante su situación En otras palabras, la fe de ella está débil e insegura. Sin embargo, el Señor Jesús, al ver la condición de su fe, le respondió de la siguiente manera. La Palabra dice así: “Entonces Jesús le dijo a la mujer: —Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel” (Mateo 15:24). Es decir, nosotros somos las ovejas a las que se refiere la Palabra, y Él nos quiere cuidar. Sin embargo, muchos caen en la misma situación en la que estaba la mujer cananea se encuentran confusos, sin fe y sin salida. Pero es ahí cuando el Señor Jesús les da una palabra de fe para que se levanten ante las situaciones difíciles y obtengan una liberación completa, de la misma manera que la tuvo la mujer cananea.

La Palabra continúa así: “Ella se acercó, lo adoró y le rogó una vez más:

—¡Señor, ayúdame!

Jesús le respondió:

—No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.

—Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.

—Apreciada mujer —le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides.

Y al instante la hija se sanó” (Mateo 15:25-28).

Es ahí donde uno debe reflexionar: para que el Señor Jesús actuara en la vida de la mujer cananea, ella tuvo que acercarse a Él para tener comunión y fe. Cuando esto sucede, es cuando uno recibe la prueba de fe, porque si uno no tiene fe en Él, no podrá ser liberado por completo. Para regresar al punto de lo que fue mencionado al principio del artículo, el Señor Jesús es el pan de vida, pero uno tiene que tener fe y creer en Él para recibir la liberación.

Reflexionen en esta pregunta: ¿De qué sirve recibir liberación de sus condiciones espirituales si uno no tiene la fe para creer en Él y esparcir la palabra a su familia o conocidos?

Cuando uno recibe la revelación del pan, es su deber compartir la buena noticia con todos, especialmente con su familia. La Palabra nos aconseja que limpiemos nuestra casa; eso significa repartir el pan de vida. La Palabra nos orienta así: “Y pondrás sobre la mesa el pan de la Presencia perpetuamente delante de mí” (Éxodo 25:30). Cuando uno descubre la fe y pone el pan de la vida sobre la mesa, descubre que lo hace porque está compartiendo la presencia del Señor Jesús con su familia.

Pero, ¿qué significa poner el pan sobre la mesa?

El acto de compartir la Palabra, que es el pan del Señor Jesús, es poner el pan sobre la mesa. También, es lo que mantiene su casa y su vida limpias.

El Pan de Vida es también la Palabra y es lo que nos protege de todas las cosas malignas.

La Palabra nos revela así: “Y sucedió que, al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:30-32). Según la Palabra, los discípulos reconocieron a Jesús cuando comió del pan y, después, Él desapareció.

Pero, ¿por qué pasó esto?

De la misma manera, cuando Judas comió del pan, se reveló lo que él estaba haciendo mal; a los discípulos también se les reveló la pregunta de si el corazón de ellos ardía lo suficiente cuando Él les abría las Escrituras. Tal vez nosotros no estamos haciendo algo malo, pero, al igual que ellos, cuando comamos el pan de vida y escuchemos la Palabra, tenemos que recibir la revelación de cómo está nuestra condición y cómo la podemos mejorar. Porque uno tiene que ser librado de toda cosa maligna, descubrir qué es tener una relación con Él para no sentirse perdido y para que su fe crezca mucho más, así como la de la mujer cananea.

Dios los bendiga a todos

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