En qué se debe pensar o hablar (Parte 4)

El corazón delante del mundo

“Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?” (Jeremías 17:9)

“Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida.” (Proverbios 4:23)

El corazón del hombre es el centro de sus sentimientos, de sus emociones y de su conciencia; de su interior, según el Señor Jesús, es que: “…provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias” (Mateo 15:19), y que contaminan o perjudican al ser humano.

Porque satanás sabiendo muy bien que el corazón es el centro donde se procesan todos los sentimientos y emociones humanas, y, que el ser humano es susceptible y dado a las emociones, entonces él procura estimular cada vez más, con innumerables cosas que provocan en el hombre fuertes emociones capaces de hacerlo enflaquecer delante de ellas, para que sea abatido fácilmente por sí mismo.

En la mayoría de las veces, las emociones y los sentimientos son ficticios o ilusorios, aún así, tienen gran capacidad de llevar al ser humano al engaño de la fantasía. Además, ésta ha sido la verdadera razón por la que muchas personas han estado frustradas y confundidas con la propia fe. Cuando piensan que tomaron verdaderamente actitudes de fe cuando en la realidad fueron llevadas por el engaño del sentimiento o de la emoción nacida en el corazón, lo cual no tiene nada que ver con la genuina fe, pero de esto hablaremos en el próximo capítulo.

La verdad es que el mundo está lleno de personas con falsos sentimientos en el corazón y se están engañando a sí mismos. Tenemos el ejemplo de aquella persona que vio en el escaparate una ropa bonita y no resistió la tentación de comprarla. Cuando llegó a casa, se la puso y analizó bien su perfil delante del espejo, constató que, realmente, no era aquello lo que ella realmente quería. Es decir: ¡Fue engañada por los sentimientos! ¿Pero cómo nos pueden engañar nuestros sentimientos?

Es muy sencillo, ¡a través de nuestros ojos! Cuando vio la ropa en el escaparate, no se dio cuenta que había unas luces colocadas estratégicamente, que enfocaban la ropa de una manera diferente a la que realmente era. Además, ¿no fue justamente así que el diablo hizo con Eva? Sabiendo que la mujer tiene más facilidad para entregarse a los sentimientos, rápidamente buscó “luces” y “adornos” que atraían la atención de ella.

Primero, le hizo pensar y reaccionar en la palabra que el Señor le había dicho, después sugirió que Dios no haría lo que había prometido y seguidamente incitó su curiosidad llamando la atención de sus ojos hacia la fruta prohibida… Eva entonces:

“…la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría…” (Génesis 3:6)

Continuará…

Libro: El Discípulo del Espíritu Santo.

Autor: Obispo Edir Macedo

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