En qué se debe pensar o hablar (Parte 7)

El corazón delante de Dios

“Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:26)

Como ya mencionamos, el corazón es el centro de las emociones, de los sentimientos, de la conciencia, y configura el alma humana.

En toda la Biblia se observa un gran cuidado por parte de Dios con el corazón humano, es decir, una preocupación divina que exige que el corazón sea puro, limpio y apartado de todo pecado, para que Dios, el Creador, pueda encontrarse allí con Su criatura. Y así pueda haber una profunda relación del Padre con el Hijo, sin interferencias externas.

Es necesario que el ser humano tenga condiciones de oír Su voz, sentir Su presencia y Su amor. En compensación, el Señor Dios recibiría toda la honra, toda la gloria y alabanzas por parte de Aquel que lo ama desinteresadamente. Y entonces, esa comunicación se extendería por toda la eternidad.

Aquí está el motivo por el que Dios hace énfasis en que el corazón humano sea de carne: el amor. Dios es amor, y toda Su expresión está fundamentada en el amor; y para que Él se pueda comunicarse con Sus hijos, necesita de un lugar donde también haya amor: ¡Y ese lugar es el corazón! ¡El corazón delante de Dios no es solamente el centro de los sentimientos o de las emociones, sino sobre todo, el lugar de encuentro entre el Creador y la criatura!

Cuando el Señor estableció los diez mandamientos, el primero y más importante de todos relaciona al amor con el corazón, diciendo:

“Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón…” (Deuteronomio 6:5)

Este mandamiento se convierte en algo imposible en ser obedecido, si no hay una transformación radical deseada por el hombre y operada por el Espíritu Santo.

Continuará…

Libro: El Discípulo del Espíritu Santo.

Autor: Obispo Edir Macedo

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