¡Cuántas veces, en las reuniones que hice en la iglesia, las personas se sorprendían porque me oían decir que yo no estaba sintiendo la presencia de Dios! Es más, incluso me ocupaba de mencionarlo, como aún lo hago hoy. Pero, luego, explicaba mi declaración. Dejaba en claro que sentir algo no significaba nada, porque lo que importaba era mi certeza de que el Señor Jesús estaba allí. Si sintiéramos o no Su presencia, Él estaba junto a nosotros. Refuerzo esto porque es así como creo. Fue el propio Salvador Quien dijo:
Porque donde están dos o tres reunidos en Mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.
Mateo 18:20
Dios es inmutable, por lo tanto, Sus promesas continúan siendo las mismas. Si Él dijo que estaría con nosotros, ¡lo está y listo! Entonces, aunque yo no Lo haya visto cara a cara o no haya tocado Sus Manos, creo en Él. Aunque yo no haya estado en el Cielo, estoy seguro de que Él existe. Aunque nunca haya visto a un ángel, sé que todos los días ellos nos acompañan en nuestras dificultades. Porque la Palabra de Dios me convence. ¡La Palabra de Dios me basta! Pero, quien vive basado en las emociones y en los sentimientos, quedará acostumbrado a esas sensaciones. No obstante, como estas son momentáneas, enseguida la persona se olvidará de lo que sintió y necesitará una nueva “dosis” de efectos para estar bien de nuevo.
Lamentablemente, este condicionamiento de la fe al corazón, muchas veces, se da a partir del púlpito, o sea, son los predicadores los responsables por esa unión tan nociva a la vida espiritual. Esa actitud entristece mucho a Dios, así como el hecho de que muchos predicadores no preparen a las personas para la guerra contra el mundo, contra el diablo y contra los sentimientos que traban todos los días. Existen incluso aquellos que hacen el culto para promoverse o para conquistar a las personas para sí, usando inventos extravagantes para causar buenas sensaciones en sus oyentes.
En ese punto, podemos decir que la música ha sido un medio de emocionar y “quebrantar” a las personas. Por ejemplo, no como una crítica, sino como reflexión, veo que muchos cultos parecen más espectáculos de artistas seculares, de tanto que usan el sensacionalismo y el llamado al corazón. Eso huye del estándar bíblico, porque el único que convence verdaderamente al ser humano, lo lleva al arrepentimiento y a la transformación de vida es el Espíritu Santo. Y, para hacer esta Obra, Él no necesita un coro o una voz bonita de un cantante, o incluso una predicación elocuente y perfecta de un pastor. Todo lo que el Espíritu Santo quiere es un corazón dispuesto a atender Su llamado.
Necesitamos entender que estamos trabando una guerra espiritual intensa que ha hecho muchas víctimas en el Reino de Dios, y eso sucede porque, la mayoría de las veces, esas personas no fueron alertadas sobre el peligro espiritual que corrían. Para vergüenza nuestra, tenemos, en el medio evangélico, a personas tan inmaduras que solo logran orar con un fondo musical o solo logran estar “bien” si reciben una “revelación personal” del hermano de la iglesia, porque lo que está escrito en la Palabra de Dios no es suficiente. ¿No sería ese uno de los motivos de que veamos multiplicándose al número de los desviados del Evangelio y de las iglesias, los llamados apartados? En muchos cultos, las personas están siendo entretenidas con buenas sensaciones y, así, han perdido su capacidad de razonar y de poner en práctica la fe.
Mensaje sustraído de: Cómo Vencer Sus Guerras por la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)
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