La Lucha de Jacob

Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que uno ha descubierto la razón por la cual le está costando recibir el bautismo con el Espíritu Santo?

La Palabra nos revela así: “Quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer. Cuando este se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera y esta se le dislocó mientras luchaban. Entonces dijo: 

—¡Suéltame, que ya está por amanecer!

—¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre.

—Me llamo Jacob —respondió.

Entonces le dijo:

—Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” (Génesis 32:24-28).

Uno debe estar solo en la dependencia de Dios, así como Jacob. Él no estaba solo espiritualmente, y según la Palabra, él estaba luchando con Dios. Es ahí donde está el primer detalle para recibir y ser dependiente de Dios: Jacob no luchó contra el Señor, él luchó con Él.

Es en ese punto donde muchos de nosotros fallamos, pensando que podemos solucionar todo con la fuerza de nuestro brazo. Sin embargo, no nos damos cuenta de que cuando intentamos resolver nuestros problemas por nuestra propia fuerza, estamos luchando contra Dios, porque no lo estamos consultando antes de decidir qué hacer. Cuando uno es dependiente de Dios, lo consulta en todo.

En otras palabras, al igual que Jacob, uno tiene que luchar con Él.

¿Será que uno ha descubierto que Dios tiene planes para nosotros desde el vientre?

Así como Jacob, el Señor tiene promesas (planes) para nosotros desde el vientre, las cuales Él desea cumplir. Las promesas del Señor son bendiciones en abundancia, tanto así que Él nos convierte en una bendición cuando tenemos certeza y nos hacemos dependientes de Él.

Sin embargo, muchos no se dejan humillar ante Su presencia ni reconocen que lo necesitan como el Señor de sus vidas. Jacob se dejó humillar porque sabía que, al hacerlo, recibiría la bendición total.

No obstante, no se debe malinterpretar: humillarse no es fácil. Jacob quedó cojeando de por vida después de haber sido humillado por Dios.

Después de ser humillado, Jacob entró en las promesas desde el vientre. Es decir, recibió las bendiciones que el Señor ya tenía planeadas para él antes de nacer.

En el caso de Jacob, él fue completamente transformado hasta el punto de recibir un nuevo nombre: Israel. Se le dio un nuevo nombre porque luchó con Dios. Es decir, él se hizo completamente dependiente de Dios.

La fe debe ser activa y no pasiva.

Es a través del ejemplo de Jacob que nos damos cuenta de que nuestra fe debe ser activa y no pasiva. Aquí es donde regresamos a la pregunta mencionada al comienzo de este artículo.

Para responder: ¿Será que la razón por la que uno no recibe el Espíritu Santo es porque no tiene la fe para sacrificarse ante Dios y humillarse?

Porque, a este punto, muchos conocen a Dios y saben que Él hace lo sobrenatural, pero para que Él dé lo sobrenatural y haga de uno la propia bendición, al igual que Jacob, uno tiene que luchar con Él, sacrificarse y humillarse.

Cuando uno hace eso y se deja quebrantar, es cuando recibe y es bautizado por el Espíritu Santo.

Nada es obligado; todos tenemos nuestras decisiones, pero el Señor, al igual que con Jacob, nos espera aún para darnos lo que ya está prometido.

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