La Pesca Milagrosa de Pedro

Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que uno sabe vencer lo externo con lo espiritual?

Todos en el mundo siempre seremos sujetos a enfrentar situaciones malas y difíciles. Por ejemplo, y desafortunadamente, tarde o temprano muchos recibirán la noticia de que uno de sus familiares o seres queridos ha fallecido.

Es de ahí que surge la pregunta: ¿Y cómo reaccionaremos si esto sucediera en nuestra vida?

Hay muchas personas que han pasado o están pasando por esta situación y están alimentando su corazón con amargura contra Dios. Pero este es solo un ejemplo de muchas situaciones por las que uno pasa y, desafortunadamente, guarda mucho resentimiento contra Dios. Como resultado de esto, este tipo de personas deja de creer. Incluso, hay muchas personas que, por estas mismas razones, dejaron de asistir a la iglesia.

Pero, ¿por qué sucede esto?

Esto sucede porque este tipo de persona aún no ha recibido el Espíritu Santo. Hay situaciones por las que uno va a pasar que, si no tiene el Espíritu Santo, será imposible soportarlas o resistirlas. Pero uno no debe dejar que la tristeza o lo negativo dominen sus pensamientos. Debe llenarse de Su Palabra para recibir la verdadera alegría, que no está relacionada con cosas ni personas.

Pero, ¿por qué aún hay personas que han estado en la iglesia por mucho tiempo, pero no han recibido el regalo que es el Espíritu Santo?

Uno no ha recibido porque no es obediente al proceso de conversión para que el Espíritu Santo lo transforme en la propia bendición.

La enseñanza de Pedro

La Palabra nos enseña así:

“Y aconteció que mientras la multitud se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban a la orilla del lago, pero los pescadores habían bajado de ellas y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, pidió que se separara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba a las multitudes desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes. Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían; entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador! Porque el asombro se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la redada de peces que habían hecho; y lo mismo les sucedió también a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5:1-11).

Según la Palabra, las redes de los pescadores estaban vacías; ellos trataban de pescar y no atrapaban nada. Es decir, como pescadores, estaban pasando un momento gravemente difícil, porque en ese tiempo la pesca del día era algo serio para su sustento. Pero cuando tuvieron un encuentro con el Señor Jesús y obedecieron, las redes vacías se convirtieron en redes sobreabundantes.

Aquí, en estos versículos, podemos ver que Pedro se humilló ante Él y le pidió perdón por no ser obediente. Pero más que eso, también vemos que Pedro, junto con los otros pescadores, lo siguieron a Él.

Pero, ¿qué significa ser pescador de hombres?

Para que uno pueda ser usado por Dios y salvar a otras almas o ayudar a las personas espiritualmente, primero debe ser salvo. Para vencer los problemas y dificultades, sea cual sea, es necesario estar en una relación correcta con Dios.

Simón Pedro, al haber tenido la experiencia de la pesca milagrosa, se dio cuenta de que era pecador. Este fue un gran paso para Pedro, porque lo natural para él habría sido glorificar a Dios por lo extraordinario del milagro. Como se mencionó anteriormente, en ese tiempo, cuando un pescador no atrapaba su pesca, era como si no tuviera sustento. Es decir, que la economía de Pedro también estaba baja, lo que le resultaba en muchos más problemas. Porque es lógico que, cuando uno tiene problemas económicos, también tiene problemas familiares, matrimoniales y muchos más. Pero él aún no conocía a Jesús ni había tenido una experiencia con Él.

Sin embargo, de todos los problemas que Pedro estaba pasando, él se dio cuenta de que su gran fracaso no eran sus problemas, sino que estaba viviendo en pecado. En otras palabras, él no tenía una relación con el Señor Jesús.

El verdadero fracaso

El verdadero fracaso es que uno esté viviendo en pecado, porque uno no va a lograr vencer. Tal vez pueda vencer en un aspecto, pero será derrotado en otro.

Muchos, en este momento, que viven fuera de la presencia de Dios, están viviendo lo que Pedro vivió: una vida incompleta. Por ejemplo, en un matrimonio, hay parejas en las que ambos trabajan para el sustento y, cuando termina el día y los dos llegan a casa, llegan cansados. Además de estar cansados, también traen la mente llena de problemas ocurridos en el trabajo y, como resultado, no logran relacionarse bien en el matrimonio ni uno con el otro.

Incluso, a veces hay muchos que logran prosperar económicamente, pero después ese mismo dinero termina provocando más problemas. En fin, en casa uno puede tener un montón de diferentes problemas que simplemente no puede vencer.

Es ahí donde nos damos cuenta de la importancia de tener una experiencia como la que tuvo Pedro con el Señor Jesús. Es cuando uno tiene esta experiencia que ya no depende de nadie, incluyendo a uno mismo.

Uno, así como Pedro y los otros pescadores, llegará a ser pescador de hombres. Es decir, seguirá para servirle a Él y vivir para Su voluntad y Sus propósitos.

Es ahí donde uno lo vence todo.

Pedro pudo reconocer que estaba enfocado en lo externo y, como resultado, no podía vencer. Lo interno, lo espiritual, fue lo que lo llevó a vencer todo cuando tuvo su experiencia con el Señor Jesús.

Reflexione

¿Cuándo fue la última vez que usted venció lo externo con lo espiritual?

Si a usted le está costando contestar esta pregunta, por favor, haga su oración, así como Pedro, y humíllese para poder tener la experiencia que necesita para salvar a otros.

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