LA SALVACIÓN DEL ALMA

Al entregarnos al Señor Jesús, pasamos a estar en la condición y posición de “sacerdote”. ¿Cómo se vive una vida sacerdotal? Se vive interceptando por las personas, estando en espíritu, orando por aquellos que se encuentran perdidos.

Cuando nos damos cuenta a través del Espíritu Santo de esta responsabilidad que poseemos, somos capacitados para ser pacientes con los nuestros, por ejemplo, con las personas incrédulas que no comprenden a Dios de la manera que nosotros lo hacemos. Somos consientes de que estamos creyendo en Dios y en Su palabra.

“Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad, y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico, trataba de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, ya que él era de pequeña estatura. Y corriendo delante, se subió a un sicómoro para verle, porque Jesús estaba a punto de pasar por allí” – (Lucas 19:1-4).

Zaqueo no era considerado entre los religiosos de su época, él era un recaudador de impuestos y eso era mal visto ante ellos. La vida que tenía Zaqueo para los religiosos no concordaba con la Palabra de Dios, pero había algo en él que a Dios le agradaba y era que Zaqueo era sincero. En la actualidad no es diferente, existen muchas personas que, por cargar maldiciones de su pasado, ahora viven en el engaño de muchos pecados, pero tienen algo que a Dios le agrada y es la sinceridad de ellas.

“Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en casa. Entonces él se apresuró a descender y le recibió con gozo”. (Lucas 19:5-6)

De la misma forma que Jesús sabía de Zaqueo, Dios sabe quienes somos también, sabe que necesitamos de Él. Cuando Jesús dijo sobre ir a su casa, no era solo en su “casa” física también su “casa espiritual”, mejor dicho, su mente.

“Y al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha ido a hospedarse con un hombre pecador”

(Lucas 19:7).  

Siempre nos vamos a encontrar en el camino personas que nos van a criticar y a perseguir. Al ser sacerdotes tenemos que ser pacientes e interceder por ellos en oración. Algunos se podrían decepcionar por estos desprecios, pero quien tiene el Espíritu Santo hace que su fe se sobreponga a todo mal sentimiento.

“Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: he aquí, señor, la mitad de mis bienes daré los pobres, y si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado”

(Lucas 19:8).   

Zaqueo no necesitó que Jesús le dijera sobre su condición espiritual, él mismo sabía que estaba perdido. Él confesó sus pecados no por el simple hecho de confesarlos si no porque quería un cambio en su vida y abandonar sus pecados. La salvación plena, total y completa de su alma se encuentra en una decisión de fe.

La postura de Zaqueo, provocó la salvación de su alma como también la de su hogar. Es esto lo que ocurre al tomar la decisión de entregarnos al Señor Jesús por completo, obtenemos la salvación y a su vez salvamos a otros. El hecho de recibir la salvación, significa que hemos recibido la vida del Señor Jesús en nuestra alma y naturalmente, esto se refleja en nuestro hogar. Cuando trasmitimos luz, esta luz es más fuerte que la obscuridad y las tinieblas. No importa los problemas que estemos enfrentando en nuestro hogar, mientras seamos salvos, la fe no permite que nos desmoronemos y nos rindamos.

Si usted cree que no está salvo o tiene dudas, no intente salvar a otras personas, pues quien necesita la salvación es usted. Si necesita ayuda, busque la Iglesia Universal más cercana a usted y no tema en pedir ayuda. Sea como Zaqueo y busque por su salvación.

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