Cuando la Palabra de Dios entra en la mente y en el corazón de una persona, con espíritu de revelación, ella da ánimo, fuerza, disposición y valentía. A causa de eso, la persona no se doblega delante de las situaciones adversas, por el contrario, se avanza porque hay seguridad que se vencerá a través de la fe en la Palabra.
Aunque las promesas están a disposición de nosotros y de nuestras familias, tenemos que luchar para tomar posesión de ellas, como lo hizo en su época el pueblo de Israel. Ellos habían sido sacados de la esclavitud de Egipto y tenían la tierra prometida para ellos, pero, para tomar posesión de ella, tenían que vencer a todos los enemigos que se encontraban ahí. En nuestros días actuales no es diferente, hay que vencer los espíritus inmundos o demonios que se manifiestan a través de los problemas, las tragedias, el egoísmo, la prepotencia, el orgullo, la arrogancia… Con el objetivo de atraparnos y que nos terminemos doblegando ante los problemas, incluso esos espíritus inmundos pueden usar también a la familia.
En este caso cuando en la vida de un familiar existe una maldición, el mal tiene la puerta abierta para entrar en la vida de ese ser querido y ser usado para hacernos mal y también hacerse mal a él mismo cayendo en los vicios, prostitución, rebeldía, incredulidad, etc. El espíritu inmundo pudo dominar la vida de la persona porque vive bajo el dominio de la maldición, porque no cree, no da credibilidad a lo que está escrito en la Palabra de Dios, incluso puede creer en Dios, pero no acepta someterse a la obediencia de la Palabra de Dios y eso la lleva a pecar.
“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. Deuteronomio 30:15. Existen personas que tienen vida, pero todavía no han conquistado el bien, el cual está prometido por Dios. Cuando Dios dice en Su Palabra “la vida”, Él se está refiriendo a la vida eterna. Cómo saber si se ha tomado posesión de la vida eterna, cuando se tiene paz y alegría en el interior, no importando las circunstancias, porque se sabe que se tiene lo más importante que es la salvación. Cuando la Biblia refiere el ‘bien’, significa vencer. Vendrá el mal, las enfermedades, los problemas financieros, los problemas en el matrimonio, los problemas con los hijos (as), etc. Esos problemas con seguridad se vencerán, si se decide estar en ‘la vida y el bien’, no se vencerán automáticamente, ya que hay que luchar, enfrentar perseverar, asumir su condición y tomar posesión, pero es con seguridad que usted no fracasará y vencerá.
Al contrario, si la persona elije ‘la muerte y el mal’, es porque ella ha decidido vivir lejos de la Presencia de Dios. Y qué es lo que acontece cuando se toma esta decisión, es solo ver lo que pasa en el interior de la persona. El mal la perturba, tiene miedo, dudas, incredulidad, ansiedad, depresión, etc. Esto es, la persona no tiene sosiego. La maldición se caracteriza por lo que acontece en la mente y en el corazón de la persona. Los síntomas que se mencionaron anteriormente traen por consecuencia otros problemas, porque cuando la persona se encuentra en ese estado espiritual, la persona se convierte en una persona problemática, porque solo piensa en ella misma.

“Pues te ordeno hoy amar al Señor tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el Señor tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla”. Deuteronomio 30:16. Amar a Dios, no significa sentimiento, eso quiere decir ‘renuncia’. Eso lo podemos relacionar a un matrimonio tanto la mujer como el hombre renunciaron a su soltería para comenzar a vivir con sus deberes de esposo (a). Y si usted quiere llevar a su familia al camino de la salvación, necesita mostrar el carácter de Dios, lo que significa ser testimonio de Él. La tierra prometida en nuestros días, es la vida que hoy se vive por la fe.
“Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y los sirves, yo os declaro hoy que ciertamente pereceréis. No prolongaréis vuestros días en la tierra adonde tú vas, cruzando el Jordán para entrar en ella y poseerla. Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia”. Deuteronomio 30:17-19. Es este el poder que cambia, que transforma, que define, que decide, que determina una vida… Cuando Dios dice ‘escoge’ está colocando en nosotros el poder de decidir qué hacer con nuestra vida. Si usted elige amar y servir al Señor Jesús, Él le dará el poder y colocará dentro de usted el Espíritu Santo para que pueda vencer.
Y sucederá que cuando pases el Jordán, levantarás estas piedras en el monte Ebal (Monte de la maldición), como yo te ordeno hoy, y las blanquearás con cal. Además, edificarás allí un altar al Señor tu Dios, un altar de piedras; y no alzarás sobre ellas herramientas de hierro. Deuteronomio 27:4,5. Si usted siempre ha tenido una vida de fracasos y se ha dado cuenta que se encuentra en el monte de la maldición y quiere pasar a pertenecer al monte de la bendición, hay que construir un altar, esto es, usted tiene que poner su vida en el altar, significa renunciar a su propio yo, al pecado que le ha dominado (orgullo, prepotencia, vanidad…) y comenzar a vivir conforme a la voluntad de Dios. Sin el Señor Jesús, nosotros nada somos, sabemos y nada podemos.
“y sacrificarás ofrendas de paz y comerás allí, y te alegrarás delante del Señor tu Dios”. Deuteronomio 27:7. Quien quiere estar en el monte de la bendición tiene que sacrificarse y negarse a sí mismo. Esa decisión es por lo consiguiente que trae paz y alegría interna, por lo que no habrá desafíos, pruebas, persecuciones que quiten lo que solo el Espíritu Santo la puede dar y por lo consecutivo una vida victoriosa.
Dios les bendiga.

