La visión de los huesos secos

La Palabra de Dios nos describe: “La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. Él me hizo pasar en derredor de ellos, y vi que eran muchísimos sobre la superficie del valle; y estaban muy secos. Y me preguntó: «Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?». Y yo respondí: «Señor Dios, Tú lo sabes». Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos, y diles: «Huesos secos, oigan la palabra del Señor»”. Ezequiel 37:1-4.

Humanamente hablando quién daría credibilidad que se puede hablar con unos huesos secos, eso para muchos es una locura, pero está escrito en la Palabra de Dios y solo puede ser considerado una locura para aquellos que no han recibido la revelación. Lo contrario acontece con aquellos que han entregado su vida al Señor Jesús y han asumido creer solamente en Él. Tienen esa certeza y la convicción de que la Palabra de Dios es verdadera.

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Dios es el Creador de todo y todo lo que Él creó escuchan y reconocen Su voz.  “Así dice el Señor Dios a estos huesos: “Voy a hacer que, en ustedes entre espíritu, y vivirán.  Y pondré tendones sobre ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los cubriré de piel y pondré espíritu en ustedes, y vivirán; y sabrán que Yo soy el Señor”». Ezequiel 37:5-6.  Toda la manifestación de Dios tiene la intención de mostrar que Él es Dios y que Él no está indiferente a las situaciones críticas, a los problemas y las dificultades que los seres humanos sufrimos y enfrentamos.

Esa parte bíblica retrata la situación del pueblo de Israel, ellos habían desobedecido a Dios, se habían entregado a la idolatría y eso los llevo a estar en el cautiverio dominado por los enemigos, sin tener ninguna esperanza de vida que es la situación en la cual muchas personas se encuentran actualmente.

Profeticé, pues, como me fue mandado…”. Ezequiel 37:7. Ezequiel no argumentó a Dios, no dudó, solo creyó y obedeció. Si los seres humanos se someten sin la mínima duda ante la palabra del hombre, por qué no someterse a la Palabra de Dios, que ella es verdadera.

“y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso”. Ezequiel 37:7. Este es el proceso del cambio, del milagro, de la obra del Espíritu Santo, en la medida que se obedece, que se manifiesta la fe, que se persiguen las promesas de Dios, existe refiriéndonos espiritualmente y físicamente, ese ‘ruido’, que es un estremecimiento. Eso lo podemos comparar cuando luchamos por cambiar una situación y aparentemente todo empeora y es ese ‘ruido’ que el mal está haciendo, causando obstáculos u otros problemas para que se dude o se desanime. A causa de eso es la necesidad de todos los días alimentarnos de la Palabra de Dios, de tener esa comunión con Dios para que nuestra fe sea fortalecida y poder enfrentar las adversidades que se vienen.

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Al referir la biblia que cuando el cuerpo estaba siendo formado hueso por hueso, esos huesos estaban separados y esparcidos, pero cuando hubo la profecía, cada hueso fue uniéndose a su cadáver. Porque la obra que Dios realiza es perfecta, pero para eso es necesario que haya obediencia y no existan murmuros, reclamos, ni dar oídos a las profecías malignas que son provocadas por el mal para que nos demos por vencidos.

La Palabra dice que Ezequiel fue llevado al valle de huesos secos por una razón, Dios quería realizar un milagro mayor. Siempre que se está delante de una conquista, Satanás vendrá con todo para que haya duda, pero si se permanece firme se vencerá y se glorificará a Dios.

Entonces Él me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dile al espíritu: “Así dice el Señor Dios: ‘Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán’”». Y profeticé como Él me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército. Entonces Él me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido. Estamos completamente destruidos”.  Ezequiel 37:9-11.

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Existen personas que cuando no conocían nada de Dios, eran el retrato de esos huesos secos, pero, en el momento que ellas obedecieron la palabra de Dios, eso les dio ánimo, disposición, les hizo vencer porque la profecía se cumplió. Los huesos secos se juntaron y recibieron tendones, carne, piel… Lo que significa que las personas fueron bendecidas algo que es importante, pero no podemos dejar pasar por desapercibido que la prioridad es el Espíritu Santo y la salvación eterna.

 Por tanto, profetiza, y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘Voy a abrir sus sepulcros y los haré subir de sus sepulcros, pueblo Mío, y los llevaré a la tierra de Israel. 37:9-12. Si usted considera que aún se encuentra en este valle de huesos secos y a causa de eso su vida esta seca, busque someterse a la Palabra de Dios, busque tener el Espíritu Santo y usted pasara a pertenecer al pueblo de Dios, es por lo consiguiente que está profecía se cumplirá en su vida y su vida no será más seca. Y usted también tendrá la autoridad para profetizar en su vida y en la de los demás, mostrando así que con Dios hay solución y Él se glorificará en su vida.

Dios les bendiga.

 

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