Póngale fin al dolor de su alma Parte 3

El salmista creía que el Dios Todopoderoso lo oía y, por eso, oró.

El salmista creía que el Dios Todopoderoso lo oía y, por eso, oró. Su salud física y espiritual fue restaurada, pues buscar al Señor hace por nosotros aquello que nada ni nadie puede hacer. Los remedios pueden tratar el cuerpo, pero solo Dios puede tratar y curar el alma. El entretenimiento pone una sonrisa en los labios, pero solo Dios le trae alegría permanente al alma.

Buscar las soluciones para los dolores del alma en un frasco de comprimidos o en cualquier otra cosa exterior y material es querer continuar en el sufrimiento.

Para que usted obtenga una respuesta como la obtuvo David, no es necesario tener una fe extraordinaria. Solo necesita colocar en acción esa pequeña chispa que hay en su interior. ¿No es alentador saber que existe Alguien capaz de sanar su dolor y que Él está a la distancia de una simple oración?

Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas. (Marcos 11:24)

Parece un derecho del hombre ponerle fin a su propia vida, pero no lo es. El Altísimo es el Autor de la vida y solo Él tiene el legítimo derecho de quitarla. El suicidio no le pone fin al sufrimiento del alma; al contrario, la coloca en un nivel de dolor infinitamente mayor y, por eso, nunca es la salida para el sufrimiento.

El dolor, la angustia y la tristeza no terminan con la muerte del cuerpo, pues, como ya dijimos, el alma continuará existiendo después de que la vida en este mundo se termine.

Las oportunidades de darle fin al sufrimiento del alma ocurren ahora, en vida. Hay un Dios lleno de misericordia y bondad; hay un trono lleno de gracia y favor a su espera en este momento.

Si usted piensa en el suicidio como una solución, yo le digo: póngale fin al dolor de su alma, no a su vida.

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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