El COVID prolongado, también conocido como “COVID largo”, se refiere a la persistencia de síntomas después de haber superado la fase aguda de la infección por coronavirus. La infección aguda es el evento inicial, donde una persona experimenta los síntomas típicos del COVID-19. Sin embargo, en algunos casos, los síntomas continúan más allá de la fase aguda y pueden durar semanas o incluso meses.
Cuando los síntomas persisten al menos cuatro semanas después de la infección, se considera COVID prolongado. Entre los síntomas comunes del post-COVID se incluyen fatiga, dolor de cabeza y muscular, dificultad para respirar, anomalías cardíacas, deterioro cognitivo e insomnio, así como pérdida de olfato y gusto y caída del cabello. Esta condición afecta a aproximadamente una de cada diez personas que han tenido COVID-19, por lo que es importante que quienes experimenten estos síntomas consulten con un profesional de salud. Un diagnóstico adecuado permite tomar las medidas necesarias, ya que el COVID prolongado puede afectar varios órganos del cuerpo y durar más de seis meses en algunos casos. Afortunadamente, existen soluciones y enfoques terapéuticos que pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen, siempre bajo supervisión médica. En resumen, el COVID prolongado se caracteriza por la persistencia de los síntomas más allá de las cuatro semanas posteriores a la infección y requiere atención médica para su manejo.
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