Vivir o Discutir

Antes de leer este artículo, por favor, tenga esta pregunta en mente: ¿cuál es la diferencia entre vivir y discutir la Palabra de Dios?

Por medio del cuestionamiento que los fariseos le hicieron a Jesús sobre el bautismo, aprendemos que la Palabra de Dios no se discute; se vive. Los fariseos eran un grupo de religiosos que predicaban la ley de Moisés, que es la misma que está en la Biblia, pero ellos no la vivían.

La Palabra nos enseña: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, que si me la contestáis, yo también os diré con qué autoridad hago estas cosas” (Mateo 21:24).

Ahí está la pregunta clave: ¿Por qué el Señor Jesús les respondió de esa manera?

Él les respondió, pero no contestó su pregunta porque entendía que los fariseos querían discutir opiniones y no lo que estaba escrito en la Palabra de Dios. En otras palabras, ellos no estaban interesados en conocer la verdad. Con el acto que tomó el Señor Jesús al no contestar la pregunta de los fariseos, aprendemos que no se debe perder tiempo discutiendo sobre la Palabra. Lo que está escrito en la Biblia no es para discutir, es para vivir. Hoy en día, todavía existen personas que tienen las mismas características de los fariseos: leen la Biblia no para aprender sobre el Nuevo Nacimiento o los planes de Dios, sino para discutir.

La Palabra continúa: “¿De dónde era el bautismo de Juan?, ¿del cielo o de los hombres? Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: «Del cielo», Él nos dirá: «Entonces, ¿por qué no le creísteis?»” (Mateo 21:24).

Hay una gran diferencia entre discutir la Palabra y vivirla. Cuando uno vive la Palabra, lo demuestra con actos a través de la fe. El bautismo puede ser algo que viene por religiosidad o del cielo. Por ejemplo, es fácil que una persona como un obispo o pastor demuestre con palabras y versículos por qué es necesario bautizarse para ser bendecido. Pero ahí está el dilema: el bautismo no es para ser bendecido, sino para ser salvo. Tampoco es para la bendición física, económica, de salud, familiar o sentimental, ni para ser sanado. El bautismo de Juan, o del cielo, es el del arrepentimiento y para la salvación del alma, que es eterna.

Pero no se confundan: la fe se revela a través de la Palabra cuando uno medita y escucha lo que fue predicado, porque es ahí donde uno se da cuenta de que es pecador y necesita ser perdonado para ser salvo. Uno necesita la salvación porque la paga del pecado es la muerte.

¿Qué significa la muerte espiritual?

Significa que uno está completamente separado de Dios. Esto sucede porque la persona no tiene una relación íntima con Él. Tampoco este tipo de persona ha sido bautizada con el bautismo del cielo. Para vivir la fe y no discutirla, uno debe tener momentos íntimos con Dios para entender la verdad y no estar muerto espiritualmente. Los fariseos hacían cosas religiosas que no tenían nada que ver con la Palabra y solo las realizaban por hacerlas, revelando que actuaban según la voluntad del hombre y no del cielo, o mejor dicho, no de Dios.

¿Qué significa ser bautizado del cielo?

La Palabra nos enseña: “Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se lo permitió. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido” (Mateo 3:13-17).

Entonces, es por esta razón que uno no debe discutir sobre la Palabra, porque el Señor Jesús, aun no teniendo pecado, se bautizó para ser identificado como uno de nosotros. Él, por sí mismo, no tenía que hacer esto, pero se sometió a la voluntad de Dios para ser la ‘justicia.’ El bautismo del cielo es el que proviene de la Palabra de Dios y de Su voluntad, no de las opiniones de un hombre. Por esta misma razón, no hay necesidad de discutir la Palabra; uno debe vivirla, porque el Señor Jesús nos reveló este gran ejemplo al sacrificarse por nosotros.

Dios los bendiga a todos.

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