Cómo recibir el Espíritu Santo (Parte 2)

Si usted tuviese que pensar en las palabras que tuviera que decir, entonces no habría en eso nada sobrenatural. Es el Espíritu, sin embargo, quien las concede. Después de haber expulsado de la mente todo pensamiento extraño, en oración y haberla convertido en el Señor, comenzará, por la fe, a pronunciar las palabras que están en su corazón. Usted no las entenderá, pero eso no importa. No tenga recelo de su voz, pues las palabras van a parecerle extrañas. Al principio podrán incluso sonar como las de un niño aprendiendo a hablar, pues Isaías dice en 28:11: “Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo”. No se asuste. Pronúncielas con claridad. Hable lo que Dios le ha puesto en su corazón. Respire hondo y comience a hablar en lenguas, pues si usted es salvo, debe acordarse de que tiene a Cristo en su vida. Colosenses 2:9, declara: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.

Crea que posee el Espíritu Santo. No debe quedarse esperando a que Dios haga alguna cosa por usted, pues es Él quien espera, ahora, que usted haga algo por Él.

Cuando alguien habla un idioma cualquiera, hace uso de la lengua, de los dientes y de las cuerdas vocales. Usted debe pues reaccionar exactamente de la misma forma al hablar en lenguas extrañas. He visto a muchas personas que esperan ser bautizadas con el Espíritu Santo estando en tensión, nerviosas. Los labios se vuelven rígidos. No podrían de esa manera hablar ni incluso su propia lengua. ¡Descanse en el Señor! Relaje los músculos y observe el movimiento del hermoso Espíritu Santo en su vida. Otra cosa: si usted sabe portugués, inglés, francés, alemán, u otra lengua cualquiera, sólo conseguirá hablar una de ellas a cada vez. Si cuando busca el bautismo, insiste en continuar usando su lengua natal, podrá orar hasta el Día del Juicio que no hablará otra. Por eso, alabe al Señor durante algunos minutos hasta sentir el movimiento del Espíritu Santo en su alma. Pare entonces de hablar en la lengua en la que lo venía haciendo y comience, por la fe, a hacerlo en la lengua desconocida. Al obedecer usted la infusión del Espíritu Santo, tendrá su alma inundada de gran alegría, pues dice la Biblia que: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hechos 13:52). Esa alegría podrá venirle en el mismo día en que reciba el bautismo, o días después, al aprender usted a someterse al dulce Espíritu.

¿Dónde mejor podrá recibir el Espíritu Santo? La mayoría del pueblo Le recibe en la Iglesia porque allí la presencia del Señor conduce a una actitud de adoración y alabanza, requisitos estos indispensables para la infusión del Espíritu. Por otro lado, un conductor de camión testificó haber recibido el bautismo cuando conducía. Tan grande fue su alegría, que paró al lado del camino y se puso a saltar de júbilo junto al vehículo. Otro hombre nos contó haberlo recibido cuando se afeitaba. Otro más, cuando estaba en la cama. Algunos nos han escrito diciendo que fueron bautizados en la cárcel. Cierta señora lo fue incluso cuando lavaba los platos. Los ciento veinte del Cenáculo, al que se refiere el texto, estaban sentados (Hechos 2:2). Dios no tiene preferencia por ninguna postura en particular del cuerpo ni por determinado lugar.

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