Antes de leer este artículo, por favor tenga en mente esta pregunta: ¿Qué significa estar en el abrigo de Altísimo?
La Palabra nos revela así: “El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!»” (Salmos 91:1-2).
Según la Palabra, cuando uno vive bajo el abrigo, o mejor dicho, bajo la sombra del Señor, tiene protección total de Él.
Pero ahí está el punto clave: ¿cómo se obtiene esta protección?
El mismo versículo nos da la respuesta: viviendo bajo Su sombra. En otras palabras, el que es fiel recibe Su Santa Protección.
¿Y qué significa recibir Su Santa Protección?
Significa que uno ha recibido al Espíritu Santo y tiene comunión con Él. En otras palabras, uno ya no vive por su propia voluntad, sino por la de Él. Es decir, los pensamientos de uno son los mismos que los de Él.
La Palabra nos revela por qué es importante que lo recibamos: “Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues Él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas” (Salmos 91:9-11).
La Palabra nos afirma que cuando tenemos comunión con Él y Él habita en nuestra casa, nos protegerá totalmente.
Pero, ¿qué significa esto?
Significa que Dios nos dará la protección eterna de nuestra alma.
Pero, ¿por qué es importante que nuestra alma tenga protección eterna?
Nuestra alma es lo más valioso que tenemos porque nuestra alma tiene un destino.
La Palabra nos confirma esto así: “Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?»” (Lucas 12:20).
En relación con el versículo, nos está preguntando cuál será el destino de nuestra alma cuando llegue nuestro tiempo. Todos vamos a pasar por el punto del reclamo espiritual.
Ahí está la importancia principal de estar en el abrigo del Señor. ¿Será que uno es el necio del que habla la Palabra, que no sabe su destino?
Si usted no sabe la respuesta a esta pregunta, entréguese a Dios para que Él mire su fidelidad y lo refugie en Su Santo Abrigo.