Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que usted ha descubierto por qué el Señor es el Pan de Vida?
En este momento, muchos sufren enfermedades que debilitan la fe por diversas razones. Ante el problema, puede parecer difícil, pero en la fe, la fe pura, uno siempre debe creer que el Señor es más grande que cualquier problema, porque Él lo es.
La Palabra nos revela así: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis” (Juan 6:35-36).


Nosotros, en algún momento del día, vamos a sentir hambre, y si nos pasamos del tiempo sin comer, también sentiremos sed. Estas son sensaciones naturales que experimentamos diariamente. Sin embargo, hay muchos que sufren de hambre y sed espirituales, y esto sucede porque no creen. Muchos conocen la Palabra y los milagros que ocurren simplemente cuando uno cree y obedece. Obedecer es creer; si uno obedeciera lo que la Palabra dice, se encontraría en una mejor condición. Ante la enfermedad o la dificultad, no las vería de la misma manera y podría vencer siempre. Porque uno sabe que, cuando vence con el poder de Dios, será un testimonio aún más grande.


Pero, como dice la Palabra, muchos han visto el poder de Dios, pero aún no creen. Es decir, no han descubierto que el Señor es el Pan de Vida.

Muchos toman medicamentos con plena confianza en que, al tomarlos, el malestar desaparecerá o que se sentirán mejor.

Pero, ¿por qué no tienen esa misma confianza en el Señor, que es el Pan de Vida?


No malinterprete la pregunta. No se está diciendo que uno vea al Señor solo como alguien que resuelve problemas. El Señor es mucho más que eso; Él transforma y convierte a cada uno en una bendición. Pero para ello, uno tiene que creer y obedecer para recibir Su bendición total.


Continúa la Palabra: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera” (Juan 6:37).
Según la Palabra, lo que uno da, lo recibirá de vuelta. Es decir, si uno le entrega a Dios su confianza total, Él lo hará Su hijo. Así como cuando un niño tiene un problema y se lo confía a su padre, este no lo echará, sino que le tendrá paciencia y lo auxiliará. Pero si uno es rebelde en su fe, ¿cómo podrá Dios ayudarlo?

Simplemente, no es posible. Dios solo entra en la vida de uno si se le permite entrar mediante la fe y la obediencia.

Uno tiene que comer del Pan de Vida, que es Él y Su Palabra, para nunca más sufrir de hambre y sed.

Comer el Pan es creer y obedecer. Cuando esto sucede, uno recibe la cura eterna, que es la salvación.
¿Está usted listo para comer del Pan de Vida, creer y obedecer, para recibir la verdadera vida en Cristo?
Que cada uno tome hoy la decisión de confiar plenamente en Él y vivir en Su voluntad.