La Maldición

Antes de leer este artículo, por favor reflexione con esta pregunta: ¿Será que uno es capaz de amar la maldición a tal punto que desprecia la bendición?

Aquí, en esta página, siempre se ha enseñado que toda obra realizada por Dios y por Su Espíritu siempre se lleva a cabo a través de Su Palabra y de la fe en Su Palabra. Normalmente, cuando uno busca un abogado, un doctor o cualquier profesional, primero debe creer en la palabra de esa persona antes de confiar en que es capaz. En ese mismo sentido, no hay diferencia con Dios, porque es a través de la Palabra y la fe o confianza en ella que se realiza todo en el aspecto espiritual.

La Palabra de Dios nos revela así: “También amaba la maldición, y esta vino sobre él; no se deleitó en la bendición, y ella se alejó de él” (Salmos 109:17).

¿Cómo suele suceder esto en la vida de muchos?

Según la Palabra, cuando uno ama la maldición, la bendición se aleja. Es decir, muchos normalmente consideran más los problemas externos que los internos, que son problemas espirituales.

Es ahí donde está la pregunta clave: ¿Será que usted se analiza para saber cuál es su verdadera condición espiritual?

Una cosa que se debe entender es que la estrategia principal de los espíritus malignos es hacer que uno se enfoque en resolver y solucionar los problemas externos. Por ejemplo, muchos piensan que, si ganan dinero o se sacan la lotería, podrán resolver un montón de problemas y que su vida cambiará de inmediato. Es más, muchos se mudan y se han estado mudando a otros países porque creen que van a tener uno vida diferente y más mejor donde van. Pero se van y se encuentran en una situación peor de la que ya estaban, y hay gente que gana dinero y nada cambia en su vida; al contrario, se encuentran más infelices. Sin embargo, el problema nunca estaba en la situación en la que uno se encontraba, en el país donde uno vive o en la economía que no tiene; el problema está en el interior de uno.

La Palabra nos revela más de esta situación así: “Pues lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede” (Job 3:25).

Entonces, cuando uno está mal espiritualmente y se encuentra con problemas espirituales, la mente y el corazón de uno viven dominados y castigados por el miedo. Es decir, el miedo, la preocupación, la duda, la ansiedad y todo tipo de sentimientos malignos, como el odio y el rencor, son cosas que esclavizan la mente y el corazón, y determinan que la vida de uno esté llena de problemas causados por los demonios. Los peores demonios no son los que están a la vista o los que se manifiestan en los problemas de uno, sino los que están en el interior y determinan que uno no tenga tranquilidad.

Pero, ¿por qué motivo vive uno así?

El motivo por el cual uno vive en esta oscuridad es porque la ama. Uno teme más a sus problemas que a la presencia de Dios, y por esta causa, los problemas aterrorizan a uno. Es más, uno ni siquiera está interesado en la bendición que Dios tiene para uno por esta misma razón. Pero todo lo que uno hace es decisión propia. Así que, analícese y reflexione. También pregúntese: ¿Qué puedo hacer para alejarme del mal y acercarme a la bendición?

Recuérdese: Dios siempre lo espera a uno.

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