El Reencuentro con Él

Lea este artículo con gran atención, porque ustedes necesitan tener un verdadero encuentro con el Señor Jesús. Pero, deben entender que el encuentro con Él es definido por el Señor Jesús a través del nuevo nacimiento. Así como nacimos de nuestros padres, tenemos que nacer de Dios. Necesitamos todos tener una experiencia con Él para que la asistencia de uno en la iglesia no sea pasajera, y que el día de mañana, por un motivo u otro, uno no se aparte de Su presencia. La esencia principal de la fe es la salvación de nuestra alma. Muchos dicen que para buscar a Dios y tener una verdadera relación con Él no hay necesidad de asistir a la iglesia, pero esto no es cierto. La iglesia no es una idea humana. La iglesia no es del hombre, es de Él. Porque fue el Señor Jesús quien dijo: “… edificaré mi iglesia…” (Mateo 16:18). Sin embargo, existe la iglesia física, que es la institución como la Universal y muchas otras que existen, y también existe la iglesia espiritual.  

Pero, ahí está la pregunta clave: ¿a cuál iglesia pertenece usted, la física o la espiritual?

Porque si uno solo pertenece a lo físico, solo asistirá a la iglesia por un tiempo, pero después se apartará.

Normalmente, cuando uno se aparta de una iglesia física, se va en búsqueda de otra. Esto sucede porque no ha tenido una experiencia con el Señor Jesús. Entienda que toda experiencia con Dios, ya sea de sanación, liberación, bendición en la familia o de la salvación eterna, es a través de la Palabra. Todas las personas que han tenido la experiencia del Nuevo Nacimiento se alimentan todos los días de la Palabra. Este tipo de persona tiene una relación con Dios a través de Su Palabra, rechaza cualquier opinión humana, y prioriza la Palabra de Dios y Su Voz.

Uno tiene que escuchar la voz de Dios. De la misma forma que cuando uno ora y habla con Dios, también debe meditar para escuchar Su voz, porque Él escucha nuestra voz. Si uno quiere conocer más de Dios, tiene que familiarizarse con Su Palabra. Si uno desea tener una fe fundamental y bien cimentada, esto se logra a través de la Palabra. Todo crecimiento espiritual se da a través de la Palabra. Por este motivo, es importante entender que uno debe asistir a la iglesia porque la Palabra nos guía así: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17).

La Palabra de Dios nos demuestra así: “Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde». Y él les repartió sus bienes” (Lucas 15:11-12). Basado en la Palabra, el padre descrito en el versículo es una ilustración de Dios, del Padre celestial que no impone su voluntad a nadie y que no obliga a nadie a nada. Por eso, él repartió sus bienes.

Continúa: “No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente” (Lucas 15:13). Todas las veces que uno decide vivir según su propia voluntad y hacer su propio querer, se pierde. Uno se pierde porque, cuando comienza a tomar decisiones equivocadas, actúa impulsado por sus emociones. Es en ese momento de equivocación que uno elige mal, y las emociones interfieren en las decisiones. Es decir, uno actúa solo según sus emociones, y es ahí donde está el fracaso del ser humano. El fracaso del ser humano es vivir de acuerdo con sus emociones. Por esta razón, la Palabra dice así: “Más engañoso que todo es el corazón” (Jeremías 17:9).

Por ejemplo, ¿cuántas personas tomaron la decisión de casarse o entraron en una relación movidas por el corazón?

Es por la elección con el corazón que estas relaciones no duran mucho tiempo. Este tipo de relación no tiene el poder para que uno sacrifique por el otro, y por estas razones fracasan. En referencia al versículo de Lucas 15:13, el muchacho tomó su decisión movida por el corazón, por su emoción. El muchacho lo gastó todo.

 

Sigue: “Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.” (Lucas 15:14-16). En referencia al versículo, así son las amistades que se encuentran en este mundo. Cuando uno más las necesita, se van y abandonan. Uno no debe confiar en nadie en el sentido que nos da la Palabra. Confiar para depender es un gran error porque mañana, cuando uno esté en necesidad y los busque, ellos le darán la espalda. El único que no nos da la espalda es Él.

La Palabra continúa: “Entonces, volviendo en sí…” (Lucas 15:17). Es decir, él razonó sobre la situación, sobre su relación con su padre.

Sigue: “…dijo: “¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores’”. Y levantándose, fue a su padre…” (Lucas 15:17-20). Basándose en la Palabra, este es el punto clave, porque aquí está el ejemplo verdadero del arrepentimiento. La clave del arrepentimiento es cuando uno se levanta y reconoce sus pecados. Principalmente, uno tiene que reconocer ante Dios y ante los hombres, y tomar la acción de confesarlo. Uno tiene que confesarlo a Dios, sea cual sea el caso. También debe buscar a la persona que sufrió por causa de su pecado y pedirle perdón. El verdadero arrepentimiento no queda solo en palabras; uno debe tomar la acción de buscar al otro y pedirle perdón.

 

La Palabra nos revela más: “Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él…” (Lucas 15:20). El padre del versículo es el retrato del amor que nos tiene nuestro Padre Celestial, que es Dios. Siempre que pecamos, vacilamos, reconocemos y lo buscamos, Él estará dispuesto a perdonarnos. Pero no se ilusione con eso, porque todo pecado tiene su consecuencia, y Él no puede impedir que suframos las consecuencias del pecado.

En referencia al versículo, cuando el hijo se fue de casa, aunque su padre lo amaba, no pudo impedirlo ni buscarlo, porque era una decisión que él tenía que tomar. Dios no toma nuestras decisiones por nosotros; Él nos convence. Es más, hay cosas que nosotros no podemos hacer, y entonces Él las hace en nosotros y por nosotros. Pero hay cosas que Él solo podrá obrar en nuestras vidas si tomamos la decisión de volvernos a Él.

 

Hay personas que preguntan: ¿Por qué Dios permite que la gente sufra?

 

Esta es la respuesta: porque están apartados de Él. Este tipo de personas a veces conoce a Dios, pero, aunque tengan la capacidad de volver a Él, no quieren. Porque la gente quiere vivir a su propio modo. Muchos solo quieren vivir a su manera. La gente quiere vivir de acuerdo con sus propios pensamientos y lo que sienten. Cuando uno es movido por sus emociones, sufrirá consecuencias porque toma decisiones basadas en sus emociones.

Continúa: “…y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo»” (Lucas 15:20-21). En relación con la Palabra, cuando estamos pecando o viviendo en el pecado, el cielo se cierra para nosotros.

¿Cómo esperamos ser oídos por Dios, si no queremos ni escucharlo a Él?

No podemos esperar ser respondidos o correspondidos si estamos viviendo en desobediencia a la Palabra de Dios.

Sigue: “Pero el padre dijo a sus siervos: «Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies»” (Lucas 15:22). Según la Palabra, el padre cambió su vestuario. El anillo mencionado en el versículo significa la alianza con el padre. Las sandalias en los pies significan que él no era más esclavo. La ropa nueva significa que él estaba perdonado y no era más esclavo. Él dejó de vivir como esclavo para vivir como hijo.

 

La Palabra continúa: “porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.’ Y comenzaron a regocijarse” (Lucas 15:24). Esta es la condición espiritual de todas las personas que asisten a la iglesia o están afuera y que viven apartadas de Dios. Uno, espiritualmente hablando, está muerto. Es decir, no tiene en su alma la vida de Dios y por eso no puede estar en una relación con Él. Es por esta razón que hay muchos que no tienen interés en meditar en la Palabra. Porque están muertos espiritualmente, no tienen vida de oración. Este tipo de persona está muerta espiritualmente y no está interesada en las cosas espirituales. El interés es sólo por lo humano. Por eso esta persona vive en función de cosas y personas. Muchos viven para adorar a sus hijos, la vida de otros, su mamá, su papá. Cuando su vida debería ser del Señor Jesús. Porque mañana esas personas que uno adora morirán, y espiritualmente, como uno estaba muerto, uno muere con ellas. Después de esto, este tipo de persona vivirá dominada por sus emociones y por la depresión. Uno tiene que preocuparse por tener una experiencia con Jesús, porque Él nos da vida y nos fortalece para prepararnos en los momentos difíciles.

Hay otras religiones que enseñan que cuando uno es salvo, estará salvo para siempre. No es cierto. Solo si uno permanece hasta el fin en la presencia de Dios. En referencia a los versículos que fueron compartidos en este artículo, el hijo estaba muerto espiritualmente porque estaba APARTADO de su PADRE.

Tenga un Reencuentro con Él.

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