El domingo 15 de septiembre se realizará la unción con el aceite sagrado. Esta unción sagrada es para romper la maldición de las pérdidas. El Espíritu Santo, a través del profeta Malaquías, nos reveló la razón por la cual uno sufre pérdidas financieras, familiares, sentimentales y de salud.
La Palabra de Dios nos guía así: “Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis estatutos y no los habéis guardado. Volved a mí, y yo volveré a vosotros’, dice el Señor de los ejércitos. Pero decís: ‘¿Cómo hemos de volver? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: ‘¿En qué te hemos robado?’. En los diezmos y en las ofrendas” (Malaquías 3:7-8). Según la Palabra, cuando se menciona ‘padres’, se refiere a nuestros padres espirituales: Abraham, Isaac y Jacob. Sin embargo, cuando uno no presenta sus diezmos u ofrendas, Dios se siente robado.
¿Por qué?
Ustedes necesitan entender que no es porque Dios sea interesado. Dios no es interesado. Es porque cuando uno es de Dios, uno vive por la obediencia sagrada y, al tener conocimiento del mandamiento de los diezmos y las ofrendas, uno lo hace por amor. Entienda que Dios no obliga a nadie. Pero, si el Espíritu Santo está obrando, uno entiende que todo lo que uno tiene es por Él, incluso hasta el aire que uno respira. La sabiduría, el conocimiento, el talento, la capacidad, la habilidad que tenemos para trabajar, todo viene de Él. Es el reconocimiento de que Él nos da todo lo que nos lleva a aprender a agradecer. Porque Él siempre nos pone en primer lugar en su presencia, hasta el punto de que dio a su único hijo como sacrificio por nuestros pecados. Uno tiene que saber cómo ponerlo a Él en primer lugar. Cuando uno lo pone en primer lugar y materializa la obediencia a través de su Palabra devolviendo los diezmos y honrando con las ofrendas, sucede lo siguiente: “Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, me estáis robando” (Malaquías 3:9). Según la Palabra, estar con maldición es una condición que nos sigue toda la vida y está marcada por las pérdidas de uno. Es decir, uno conquista, pero tarde o temprano acabará perdiendo.
¿Cómo uno lucha contra la maldición de la quiebra?
Por obedecer, regresando a Dios lo que le pertenece y honrando. Uno debe entrar en una relación de fidelidad con Dios para estar bendecido. Bendito es todo aquel que obedece. Es decir, no importa lo que suceda en el mundo, no importa lo que esté sucediendo con la gente, la condición de uno es bendita cuando uno obedece. Porque es lo que está escrito.
La Palabra continúa: “Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto’, dice el Señor de los ejércitos, ‘si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Entonces, cuando uno recibe la revelación de esta palabra mencionada, entenderá la importancia de entregar sus diezmos, que son sus primicias, así como sus ofrendas. Uno lo hará con la convicción de que está obedeciendo a Dios para que su Palabra y sus promesas se cumplan en su vida.