La Palabra acompañada de fe

Antes de que lean este artículo, necesitan entender que el Espíritu Santo nos sostiene, sea cual sea la situación. Este es un cuidado que todos necesitamos para tener paz interior. Sin embargo, si uno no ha tenido una experiencia con Él, naturalmente no va a tener una transformación de mente, corazón y alma. Cuando uno recibe la transformación que viene del Espíritu Santo, tiene la certeza de que va a vencer cualquier problema o situación. Porque el Espíritu Santo nos da la garantía de nuestra salvación, pero la garantía depende de nuestros actos en la fe.

La Palabra de Dios nos guía así, “…como también a ellos; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que la oyeron” (Hebreos 4:2).

¿Qué significa recibir la Palabra acompañada de fe?

Primero, para contestar esta pregunta, uno debe reflexionar y preguntarse: ¿cuál es la relación que uno tiene con la Palabra? El propósito de hacerse esta pregunta es entender la diferencia entre tener una relación con la Palabra y simplemente informarse sobre la Palabra. Estas relaciones son muy distintas una de la otra. Si cuando uno está en privacidad y lee la Biblia solo por leerla, ¿será que escucha la voz de Dios? Porque si uno lee solo por leer o para informarse, eso no constituye una relación. En cambio, la relación con la Palabra surge cuando uno medita con el propósito de oír la voz de Dios. Entonces, cuando uno escucha la predicación con la misma fe con la que meditó y la recibe con fe, empieza a tener una relación con Dios.

Nosotros, los seres humanos, nos relacionamos y nos comunicamos mediante palabras, y Dios hace lo mismo. Cuando uno ora, está hablando con Dios. Pero, cuando nosotros meditamos, Él está hablando con nosotros.

Después de meditar, uno se debe preguntar: ¿Qué es lo que Dios habla conmigo?

Porque cuando Dios habla con nosotros, de ahí proviene la fortaleza y la disposición de fe para enfrentar cualquier cosa, vencer nuestras luchas, tribulaciones, persecuciones, tentaciones e injusticias. Dios nos auxilia en todo. Aunque uno no haya tenido la experiencia del Nuevo Nacimiento o de la transformación, aun así el Espíritu Santo nos imbuye y nos conduce a meditar en la Palabra. Porque Él sabe que la obra de transformación, todo milagro, todas las señales y toda obra que hace Dios provienen y están de acuerdo con la Palabra.

Muchos se preguntan: ¿Por qué oro tanto y no recibo nada?

Esta es la respuesta: porque esas oraciones no están de acuerdo con la Palabra. Uno debe recordar que es imposible orar de acuerdo con la Palabra y las promesas de Dios y que no haya respuesta. Por ejemplo, cuando uno dice que estará haciéndole un favor a un amigo y usted cumple, significa que usted es de palabra. Es decir, usted tiene la capacidad de cumplir con lo prometido. Ahora, imagínese si alguien que es fiel a Dios cumple con sus compromisos y promesas, ¿cuánto más lo hará Dios, que es fiel a Su palabra?

El pueblo de Israel ya había tenido experiencias con Dios y Su Palabra; no era para que ellos reaccionaran de manera negativa cuando enfrentaron problemas, luchas, dificultades y pruebas. Pero, aun teniendo esta experiencia con la Palabra, reaccionaron de manera incrédula. Tuvieron miedo, dudas y preocupaciones, lo que resultó en murmuraciones y lamentaciones. Cuando uno empieza a murmurar y lamentar, normalmente comienza a reclamarle a Dios cosas que no le corresponden. Dios no espera murmuraciones de aquellos que creen en Su Palabra y Sus promesas. Por esta razón, lo principal que el Espíritu Santo promueve entre nosotros es que siempre nos enfoquemos en la Palabra y Sus promesas. Cuando uno se enfoca en la Palabra y las promesas, es ahí donde nace la fe sobrenatural, que solo es dada por el Espíritu Santo. Por lo tanto, cuando se recibe la fe sobrenatural, uno se da cuenta de que las promesas de Dios son más grandes de lo que estábamos pidiendo. Si uno reflexiona y observa a su alrededor en la iglesia, se dará cuenta de que llegan personas con diferentes tipos de problemas que parecen imposibles de resolver. Por ejemplo, en la iglesia hay personas con problemas económicos que les dificultan cumplir con sus compromisos financieros, incluyendo el pago de la renta. Además, hay gente que constantemente visita al médico para realizar chequeos físicos o quienes tienen problemas en su matrimonio debido a preocupaciones sobre la infidelidad. En resumen, como se mencionó anteriormente, hay muchas personas en la iglesia preocupadas por problemas que ven como imposibles de resolver. Pero, por increíble que parezca, la solución que uno necesita no está en el dinero ni en nada de lo que imaginamos, porque mientras vivamos en este mundo siempre enfrentaremos problemas. Sin embargo, la diferencia está en nuestra fe. Si la Palabra que hemos escuchado y meditado es acompañada de fe, siempre tendremos descanso. 

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