Lea este articulo con una gran atención para que usted descubra la importancia del porque uno no debería tocar lo Sagrado. La Palabra de Dios dice así: “Todo lo que esté hecho de plata, de oro, de bronce o de hierro pertenece al Señor y por eso es sagrado, así que colóquenlo en el tesoro del Señor»” (Josué 6:19).
Y también dice así: “Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Solo conservaron las cosas hechas de plata, de oro, de bronce y de hierro para el tesoro de la casa del Señor” (Josué 6:24).
Para que usted entienda, esta fue la primera ciudad que fue conquistada cuando los muros de Jericó fueron derrumbados por el poder de Dios.
Pero la pregunta clave es: ¿Por qué Dios determinó que todo fuera quemado y que todas las personas fueran muertas?
La razón fue que había una maldición y tenía que ser cortada. Es por esta razón que se llevó a cabo este juicio. El Señor sabía que estas personas eran idólatras, incrédulas, y que no creerían en Él. Esta ciudad ya había escuchado sobre el Dios de Israel y lo despreciaron. Debido a esto, Dios determinó el juicio y ordenó que no se tocaran estas cosas. Él lo ordenó porque esas cosas le pertenecían.


Pero, ¿por qué dijo que le pertenecían?
Porque Él lo determinó así, y uno solo debe obedecer. Si uno cree en Él, como dice en las Sagradas Escrituras, uno obedece; de lo contrario, no sirve de nada que uno solo crea, porque no funcionará para nada.
Había un hombre llamado Hacán que no consideró la Palabra, y cuando tomaron posesión de la ciudad, robaron y tocaron lo sagrado, aquello que Dios les había dicho que no debían tocar. Después, entraron en otra ciudad donde había un pequeño pueblo enemigo, y fueron vencidos. Cuando sufrieron esta derrota, Josué se postró en oración.
La Palabra dice así: “Pero el Señor le dijo a Josué: —¡Levántate! ¿Por qué estás ahí con tu rostro en tierra? ¡Israel ha pecado y ha roto mi pacto! Robaron de lo que les ordené que apartaran para mí. Y no solo robaron, sino que además mintieron y escondieron los objetos robados entre sus pertenencias. Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos. Ahora Israel mismo será apartado para destrucción. No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas” (Josué 7:10-12).
Ahora, hay que reflexionar: la enseñanza de Dios nos guía a no tocar lo sagrado, que son los diezmos, las primicias y las ofrendas.

¿Por qué el hecho de que alguien tomara una pieza de oro o de plata más, y una capa, produjo este juicio? En otras palabras, ¿será que Dios es tacaño? Una pregunta más: ¿por qué Dios se preocupa por el diezmo o los materiales? Porque el dinero es solo papel, una casa es piedra ordenada, y un carro es solo metal organizado en un automóvil.
Pero, si uno decide no dar más su diezmo, ofrenda, votos, y pruebas con Dios, ¿no es salvo? En otras palabras, ¿será que por causa del dinero yo perderé la salvación?
Sin embargo, el problema no está en el dinero. El problema está en el pacto. Para aclarar, el problema está en los votos que yo le hice de seguir, de servir, honrar, obedecer Su Palabra y de someterme a su voluntad. El problema no está en el material.
¿Por qué?
Supongamos que usted junta todo el dinero que tiene y, considerando lo que uno gana, da mil dólares. Después, uno decide que, a partir de ese día, ya no dará nada más.


La pregunta es: ¿será que Dios quedará pobre o menos poderoso?
No, Dios siempre será el mismo. Se repite: uno no debe considerar lo material. Lo que fue consumido por el fuego, según lo que describe la Palabra, y lo que produjo la muerte de una familia entera, no fue lo material, sino la falta de respeto.
Fue la falta de respeto, de temor.
Normalmente, la persona que no honra a Dios no respeta a las personas a su alrededor ni los mandamientos de Dios, y no respeta lo que es sagrado. Porque de nada sirve que usted devuelva el diezmo o todo el dinero que tenga, si no considera las cosas sagradas que Dios le ha dado, como su familia. La familia es sagrada, la fe bíblica es sagrada, y es lo que la gente necesita entender. Dios no es algo material; uno no está lidiando con un dios que tiene una cara de madera, de papel o de cualquier otro material. Uno está lidiando con un Dios santo.
El carácter de Dios es santo.

La primera petición que Jesús nos enseña a hacer es en el Padre Nuestro, donde dice: “Santificado sea tu nombre”.
Pero, ¿por qué muchas personas no han prosperado?
Porque no han considerado lo sagrado. Sin embargo, no es solo la cuestión de tocar y robar lo que es sagrado. Hay personas que, aun dando su diezmo, su ofrenda y haciendo pruebas, no prosperan.
¿Por qué?
Porque, en otras palabras, uno no considera lo sagrado. Por ejemplo, su familia o su empleo, que son cosas sagradas, usted no lo considera. Uno puede tener un trabajo donde limpia el suelo, pero ese trabajo es sagrado. Sea cual sea su profesión o en lo que usted trabaje, es sagrado. El trabajo es sagrado. La comida que uno come es sagrada. Uno tiene que despertar la conciencia de lo sagrado.

Pregúntese a sí mismo: ¿En qué aspecto de mi vida he despreciado lo sagrado?
Para retomar lo que decía la Palabra, cuando ellos entraron en esta ciudad, Dios le dijo a Josué que ningún enemigo podría resistirlos. Sin embargo, el enemigo, insignificante, los derrotó.
¿Por qué?
Porque ellos hicieron de Dios su enemigo. Y cuando tenemos a Dios como nuestro enemigo, Satanás puede vencernos. Cuando uno tiene a Dios a su favor, no hay hombre ni nada que pueda vencernos.
Reflexione: ¿cuál es la situación que usted no logra vencer?
Cuando usted pueda responder esta pregunta, podrá discernir dónde está tocando en lo Sagrado.