Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que usted entiende el destino del alma?
Para el mundo, hay varias frases, perspectivas y conceptos de lo que es el alma. Sin embargo, lo que muchos menos consideran es una de las cosas más grandes de su vida: el alma. Porque la vida real no es lo que vivimos físicamente, sino lo que vivimos en el alma. En este momento, su cuerpo está siendo usado por su alma. El cuerpo solo es como un muñeco sin vida, porque lo que le da vida es el alma. Es más, se puede decir que el alma es una chispa divina porque es algo dado por Dios para darnos vida.
La Palabra nos orienta así: “Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes” (Lucas 12:15). Según la Palabra, uno debe guardarse de todo materialismo porque, aunque lo tenga en abundancia, eso no significa que uno esté bien. El ser humano, por naturaleza, es materialista al punto de vivir dominado, preocupado y controlado por lo material. Hay muchos que han sacrificado todo por lo material, incluyendo a su familia. Imagínese, en el versículo que se acaba de compartir, dos hermanos están peleando por una herencia, dándonos a entender que el ser humano está dispuesto a sacrificarlo todo solo por poseer lo material. Pero no malinterpreten, no se está hablando del materialismo para condenar, sino para despertar la raíz del problema.
Reflexione: ¿Cuántas familias están divididas por causa del dinero o algo material?
La Palabra continúa: “También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. Y pensaba dentro de sí, diciendo: «¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?». Entonces dijo: «Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete»” (Lucas 12:16-19).
Pero, como decía el versículo que se compartió al principio: ¿Por qué la vida de uno no “consiste en sus bienes”?
Según la Palabra, uno no debe entregarse a lo material; eso también incluye las emociones que sentimos, como la tristeza, la amargura, la angustia, la alegría y hasta la manera en que descansamos. Sin embargo, no hay pecado aquí en lo que Jesús les estaba diciendo a los hermanos del versículo. Lo que se está dando a entender aquí es que todo lo que nosotros sentimos es un reflejo de nuestra alma. El cuerpo refleja el alma, y cuando sentimos cualquier tipo de placer o dolor, quien verdaderamente lo experimenta es el alma.
La Palabra sigue así: “Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?»” (Lucas 12:20).
No es pecado tener riqueza, porque Abraham, quien es nuestro padre en la fe, fue un hombre muy rico. Tampoco es pecado desear una mejor economía, y eso incluye el bienestar de la familia. Lo único que uno debe recordar es que no se debe entregar a lo material y a la familia. La mayor prueba de esto fue cuando Dios le pidió a Abraham que presentara a su único hijo como sacrificio. Algo que Abraham ni habló con su esposa ni con su hijo por obediencia al Señor. Lo único que Abraham consideró fue su fe, poniendo a un lado lo materia
La Palabra nos enseña así: “Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios” (Lucas 12:21).
Todos los problemas que tenemos con respecto a lo espiritual los enfrentamos porque hemos fallado en nuestra relación con Dios.
Pero, ¿qué significa ser rico en la relación que uno tiene con Dios?
Para responder esta pregunta, uno debe preguntarse primero: ¿Cuánto tiempo le dedica uno a Dios? La respuesta comienza con el tiempo, porque hay muchos que dicen que no tienen tiempo para asistir a la iglesia. Es más, muchos no tienen tiempo para leer la Biblia, que es Su Palabra, ni para orar y ayunar. Tienen tiempo para todo, menos para las cosas de Dios.
Ahí es donde radica el problema principal: no hay compromiso con el alma. Cuando uno no le dedica tiempo al Señor, tampoco hay compromiso con la salvación del alma.
El Señor Jesús nos advirtió sobre lo que sucede cuando uno no tiene compromiso con Él con estas palabras: “¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?” (Mateo 16:26).
Ahí está el punto clave: ¿Qué será el destino de nuestra alma cuando uno no tiene compromiso?
Cuando uno no tiene compromiso con Dios, no está cuidando de su alma como debería. Recuérdelo bien: uno puede tener dinero, un buen trabajo, una familia e hijos, pero tarde o temprano, todos enfrentaremos la muerte.
Cuando uno no le dedica tiempo a Dios, comienza la pobreza espiritual. Porque es precisamente aquel que le dedica tiempo, cultiva una relación con Él y tiene compromiso con Dios, quien es verdaderamente rico para Él. Así que reflexione y pregúntese: ¿Será que soy rico para Dios? Si usted se encuentra teniendo dificultad en contestar esta pregunta, tome este tiempo para meditar y acercarse a Él, para que pueda cultivar una relación con Dios y llegar a ser verdaderamente rico para Él.