El bautismo en el Espíritu Santo (parte III)

Crea que tiene el Espíritu Santo. No debe quedarse esperando que Dios haga alguna otra cosa por usted.

Cuando alguien habla algún idioma, hace uso de la lengua, los dientes y las cuerdas vocales. Usted debe actuar de la misma forma al hablar en lenguas extrañas.

He visto a muchas personas que quieren ser bautizadas por el Espíritu Santo, pero están en una tensión nerviosa. ¡Los labios se paralizan y no pueden hablar ni en su propia lengua!

Descanse en el Señor. Relaje sus músculos y observe el hermoso movimiento del Espíritu en su vida. Ah, otra cosa, si usted sabe algún otro idioma conocido, sólo podrá hablar uno sólo a la vez. Si cuando usted está buscando el bautismo insiste en seguir usando su lengua natal, podrá orar hasta el día del Juicio Final que no hablará en otra. Por eso, alabe al Señor durante algunos minutos hasta sentir el movimiento del Espíritu Santo en su alma. Cese entonces de hablar en su propia lengua y comience, por fe, a hacerlo en lengua desconocida. Al obedecer usted a la infusión del Espíritu Santo, tendrá su alma inundada de gran alegría por gracia del Espíritu Santo, pues la Biblia dice que “los discípulos estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo” (Hechos 13:52). Esa misma alegría la podrá sentir el mismo día en el que reciba al Espíritu, o días después, cuando aprenda a someterse a Él”.

¿Qué lugar es mejor para recibir el Espíritu Santo? La mayoría de las personas lo reciben en la iglesia, ya que en este lugar es donde la presencia del Señor provee una atmósfera adecuada para la actitud de alabanza y adoración. Esto no quiere decir que usted no lo pueda recibir en otro lugar. Un hombre me contó que lo recibió en el coche, y su alegría fue tan grande que lo detuvo en medio del tráfico y comenzó a saltar lleno de gozo. Otro, en cambio, lo recibió mientras se afeitaba. Otro, cuando estaba acostado. Algunas personas nos han escrito que lo recibieron en la cárcel. Una señora, mientras lavaba los platos. Los 120 en el Cenáculo, cuando estaban sentados en el aposento alto (Hechos 2:2).

Amigo, Dios no tiene ninguna preferencia en particular, ni por la postura del cuerpo ni por un lugar determinado, a la hora de recibir el Espíritu Santo.

Continuará…

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Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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