Estrategias del diablo contra los cristianos

Satanás ha actuado abiertamente en el medio evangélico y ha tenido un cierto éxito sobre algunas personas, justamente en un punto que considero que sea el de mayor vulnerabilidad para el ser humano: sus emociones y sus sentimientos.

Hemos visto a una generación de creyentes que, en lugar de estar vigilante y munida para la guerra espiritual que necesita ser trabada todos los días, es adicta a “sentir” esto o aquello para que pueda creer en Dios. Eso es un desvarío porque la fe genuina desprecia las sensaciones, los sentimientos, las emociones o cualquier tipo de apoyo sensorial para ser desarrollada.

Habitualmente, veo a personas desanimadas en su fe porque dicen que no “sintieron” la presencia de Dios, no “lloraron” en el momento de la oración, o no fueron “tocadas” por el Espíritu Santo en un determinado momento.

Otras, aunque sean evangélicas hace tanto tiempo, aún se dejan guiar por su corazón y no por lo que está escrito en la Palabra de Dios. Entonces, en algunos períodos, están firmes, felices y con confianza; en otros, están arrastrándose espiritualmente, llenas de dudas y tomadas por el miedo. ¿No es eso una prueba inequívoca de que no andan por la fe, sino por lo que su corazón siente o deja de sentir?

Esa gente tiene como su mayor atormentador a su propio corazón, y por él es engañada. Incluso, el diablo y el corazón tienen dos adjetivos en común: ambos son engañadores y perversos. Vea:

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

Jeremías 17:9 RVR1960

Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira.

Juan 8:44

Esto significa que, así como es una locura confiar en Satanás, es una locura confiar en el corazón, pues este está susceptible a todo tipo de inestabilidad y corrupción.

Las personas que viven apoyadas en lo que sienten son inconstantes porque nada cambia más que los sentimientos y las pasiones humanas. Por ejemplo, en un único día, alguien puede tener un torbellino de sentimientos, como alegría y tristeza, euforia y aburrimiento, satisfacción y frustración, y así por delante.

¡Imagínese cómo sería si las mujeres convertidas fundamentaran sus vidas en lo que sienten, y no en la fe! Todos saben que, durante el mes, las tasas hormonales del cuerpo femenino sufren fuertes oscilaciones y, según la medicina, debido a esto, ellas están propensas a sufrir los más variados cambios físicos y emocionales. En un momento, la mujer puede estar animada y con un buen humor, pero, en otros, puede estar predispuesta a tener irritabilidad, cansancio o estrés. Sin embargo, aquellas que descubren la riqueza de la vida por la fe no son movidas por las circunstancias, sino que transcienden la realidad de lo que su propio cuerpo determina. Alimentan la confianza en las promesas del Todopoderoso, y no en las sensaciones que sus hormonas les hacen sentir y conjeturar.

Por lo tanto, cualquier milagro o experiencia con Dios se da de modo único y exclusivo por la fe. No hay otra manera de que el ser humano se aproxime a Él. Por eso, una de las ordenanzas más importantes de la Biblia se refiere a la fe. Vea: “(…) mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4).

Este Mandamiento, repetido en el Nuevo Testamento tres veces más, nos fue dado para que tengamos el claro entendimiento de que la inteligencia (espíritu) nos lleva a creer, pero las emociones (carne) nos llevan a descreer.

Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Romanos 1:17

Y que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque el justo vivirá por la fe.

Gálatas 3:11

Mas Mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, Mi alma no se complacerá en él.

Hebreos 10:38

Si es por la fe, no es por lo que el alma siente. Por lo tanto, no es necesario un escalofrío, conmoción, gritos o éxtasis para creer. Si es por la fe, es por el espíritu, porque Dios es Espíritu. Consecuentemente, Él no Se manifiesta para causarnos buenas sensaciones, sino para que vivamos lo que creemos. Tampoco quiere que tengamos una vida basada en los sentidos y en las impresiones humanas, sino en Su Palabra.

Mensaje sustraído de: Cómo Vencer Sus Guerras por la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)

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