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“El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará…” (Juan 14:12)

Muchas personas confunden el sentimiento con la fe. Creen que un gran conocimiento o un profundo entendimiento de las Sagradas Escrituras es suficiente para tener una fe actuante.

Entonces, realmente, muchos estudiantes de la Biblia y teólogos deberían mostrar una vida de fe grande si tal hecho fuese verdadero, pero es exactamente lo contrario. Parece que, cuanto más se profundiza, buscando las raíces de la Palabra de Dios, más se confunden y menos fe tienen.

Ellos están muy bien informados; sin embargo, están formados muy mal, porque la fe es el don de Dios para todos los que aceptan su Palabra con toda humildad, sin cuestionar lo que no se entiende. Esta enseñanza está escrita en Deuteronomio 29:29, que dice: “Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”.

De ahí, que vivamos en un mundo de tremenda confusión espiritual, porque los que son formados por la fe sin ser bien informados por la teología muestran con sus vidas el verdadero sentido del cristianismo, mientras que aquellos que sólo están informados se abstienen del conocimiento literario y teológico de la Biblia, intentando entender los misterios divinos a través de la propia razón.

Los formados en la fe pura y simple no consiguen entender cómo aquellos que están muy informados no reaccionan de acuerdo con lo que está escrito. Por ejemplo, Jesús hizo milagros durante su ministerio. Además, un tercio de su ministerio fue dedicado a los enfermos físicos, después comisionó a doce apóstoles para continuar con el mismo, dándoles poder para curar a los enfermos y expulsar demonios. Después, hizo lo propio con 70 discípulos más, y luego con 120 más. Antes de ser crucificado y muerto, Él afirmó que aquellos que creyesen en él harían las mismas obras que Él hizo y mayores aún (Juan 14:12): “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”.

Los informados dejan de cumplir estas órdenes del Señor Jesús, o porque les falta fe o porque alegan, como disculpa, que el tiempo de los milagros ya pasó.

Sin embargo, los formados en la fe se apegan a las promesas de Dios sin discusión y hacen del cristianismo una fuente de vida abundante, ya sea física, espiritual o financiera.

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