La Biblia contiene dos doctrinas principales

  • La Ley y el Evangelio.
  • La ley

La Ley es la doctrina de la Biblia por la que Dios nos enseña cómo debemos ser, lo que debemos hacer y evitar. Esto quiere decir que el hombre será salvo a través de sus propios méritos, si obedeciese las leyes y los mandamientos contenidos en el Antiguo Testamento (véase Levítico 19:2-3 y Deuteronomio 6:6-7).

Por esta doctrina ningún hombre puede ser salvo, pues si alguien consigue cumplir toda la Ley y falla en un solo mandamiento, el cumplimiento de los demás quedará anulado y sin efecto por faltar apenas en uno. Tenemos muchos ejemplos de iglesias que son legalistas, es decir, que intentan aplicar la Ley en sus adeptos. Hay una denominación que obliga a sus fieles a guardar el sábado, bajo cualquier motivo, porque en la Ley encuentran el mandamiento del Señor de guardar el sábado. Todas las confesiones religiosas o denominaciones eclesiásticas que se fundamentan o intentan fundamentar su fe en la Ley o en los mandamientos, terminan convirtiéndose en falsas y anticristianas, simplemente porque el justo vivirá por la fe en el Señor Jesucristo. Vea hebreos 10:38.

Si la Ley fuera suficiente para salvar a alguien, entonces la venida del Señor Jesucristo habría sido totalmente inútil. No es que la Ley sea errónea o que falle. La ley fue creada apuntando al Salvador Jesús y para disciplinar al pueblo judío, que era rebelde y de corazón duro.

El Evangelio

 Evangelio significa “buenas nuevas” y es la doctrina por la que Dios nos salva a través del Señor Jesucristo. Mediante el Evangelio el hombre es salvo por la fe en Aquel que consiguió cumplir toda la Ley, sin fallar absolutamente en ningún ítem: Jesucristo.

La Ley nos enseña lo que debemos y no debemos hacer, pero el Evangelio nos enseña lo que Dios ha hecho y continúa haciendo por el hombre a través de Su Hijo Jesús.

El fruto del Espíritu Santo proviene del Evangelio, que significa la gracia de Dios para todos los que depositan su fe en el Señor Jesús, puesto que es el propio Jesús quien nos concede el Espíritu Santo y, consecuentemente, los frutos y los dones para el crecimiento de Su Iglesia.

Aquellos que caminan en base a la Ley y los mandamientos no pueden producir los frutos del Espíritu Santo, porque en sus conceptos deben hacer prevalecer la fuerza de la voluntad para ser “buenos cristianos”, lo que es imposible sin la efectiva actuación del Espíritu Santo, por la fe única y exclusiva en el Señor Jesús.

Continuará…

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Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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