La deturpación del sexo

La deturpación del sexo

Otra forma de destrucción familiar, e incluso personal, provocada por el diablo es la deturpación del sexo. Recientemente, una madre llegó llorando a la Iglesia porque había descubierto algo chocante con respecto a su hija, una adolescente de 12 años. La muchacha, que había nacido en una cuna cristiana y que constantemente recibía enseñanzas sobre el temor y la fe en Dios, le confesó que, hacía un tiempo, era adicta a la pornografía y la masturbación.

Todo comenzó, según la adolescente, en una clase sorpresa en la escuela cuyo tema era la educación sexual. Con la justificación de que los niños deberían aprender para que pudieran hacer sus propias elecciones en esa área, los profesores los sometieron a un espectáculo de horror, según mi punto de vista. Allí, en plena clase, homosexuales, un bisexual y un heterosexual explicaron, con gestos, objetos y palabras, varias formas de alcanzar el placer sexual.

Aquella muchacha salió tan aturdida de la escuela que se sintió curiosa para buscar más sobre aquellos asuntos en internet. Comenzó, entonces, a trillar una vereda oscura y peligrosa, pues conoció el sexo antes de tiempo y de forma incorrecta. Así, pasó a tener culpa y algunos traumas que exigirán cuidados durante un largo período. Si ese tipo de impacto es difícil para que un adulto lo supere, ¡mucho más para un niño! Solamente el Espíritu Santo tiene el poder para tratar las heridas hechas en el alma del ser humano y cicatrizarlas.

Eso que relaté no se trata de un caso aislado, ¡ojalá lo fuese! Nuestros niños están siendo atacados y erotizados por medio de materiales pedagógicos sutiles en las escuelas, literaturas aparentemente inocentes e incluso programaciones infantiles en la TV y en internet.

De esta forma, nuestros niños están perdiendo su inocencia, siendo abusados y agredidos, y todo eso bajo la mirada pacífica de casi todos. Un niño, por ejemplo, llegó a interactuar con un hombre desnudo en un espectáculo patrocinado por una gran empresa en San Pablo. Era estimulado por otros adultos a su alrededor a tocar el cuerpo de aquel hombre, en nombre del “arte”. Nos aterrorizamos con esa cultura pervertida y más espantados aún con la opinión de un determinado juez que dijo que las protestas de algunas personas indignadas con ese hecho eran fruto de una “histeria”. Según él, no había nada de malo con aquella “expresión artística”. Resumiendo, la idea que se propagó de ese acontecimiento, y de tantos otros, es que aquellos que denominan al mal como “mal” son anticuados y atrasan a la sociedad.

En todo el mundo, contenidos de carácter erótico han sido difundidos desde la década de 1960, pero son mucho más intensos en nuestros días. Escenas de desnudez y de sexo se tornaron comunes para prácticamente todas las edades, pues la intención es esparcir la idea de que el placer sexual trae felicidad, independientemente de si eso coloca a la persona en alto riesgo de contraer enfermedades sexualmente transmisibles, tener un embarazo indeseado o múltiples decepciones amorosas.

Delante de lo poco que expusimos aquí, ¿logra notar que estamos trabando una guerra contra el diablo en varios frentes? No estamos mostrando hechos desconectados de nuestro día a día o tratando temas pasajeros, mucho menos discursando en contra o a favor del capitalismo o del socialismo, de la ciencia o de la religión. Estamos luchando para abrir los ojos de las personas con relación a las cuestiones eternas, para la Salvación del alma.

Lamentablemente, no tenemos cómo resolver todos esos hechos que gritan frente a nosotros y que exponen el caos espiritual en el que la sociedad está sumergida, pues las personas, cada vez más, se han convertido en marionetas en las manos del archienemigo del Altísimo. Lo que podemos hacer es orar y trabajar para que abran sus ojos.

Satanás ha promovido una revolución de ideas que tienen como objetivo destruir lo que el Señor estableció en el Edén para el hombre. Y su revolución comienza en la mente de las personas incautas. Sin tener consciencia, participan de su peligroso proyecto, que tiene como objetivo desvincular completamente al ser humano de la fe que lo une a Dios.

Para finalizar, sepa que cualquier principio, por más dominante, hegemónico y atractivo que sea, que distancia al hombre del propósito para el cual fue creado, es fruto de una astuta estrategia maligna. Nunca tal principio será inofensivo y bobo, como algunos presuponen, pues la finalidad es causarle un daño irreversible al alma del ser humano: la condenación eterna al lago de fuego y azufre.

Mensaje sustraído de: Cómo Vencer Sus Guerras por la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)

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