Esa Palabra continúa viva y nos alcanza para mostrar que tanto el hombre que encontró el tesoro escondido como el buscador diligente de perlas vendieron todo lo que tenían para tomar posesión definitiva de aquel gran hallazgo.

La entrega del alma (Parte 2)

Cuando el Señor Jesús estuvo aquí, les habló insistentemente a las personas sobre el Reino de los Cielos, diciendo:

El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. El Reino de los Cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró. Mateo 13:44-46

Esa Palabra continúa viva y nos alcanza para mostrar que tanto el hombre que encontró el tesoro escondido como el buscador diligente de perlas vendieron todo lo que tenían para tomar posesión definitiva de aquel gran hallazgo. Eso quiere decir que quien reconoce el valor inestimable de la salvación es capaz de renunciar a todo para obtenerla.

Por otra parte, aquellos a quienes el Evangelio aún no les fue revelado no tienen el deseo de sacrificar por la salvación de su propria alma. Por eso, no todos valoran el tesoro y la perla, pues existe quien quiera el Cielo y existe quien quiera hacer su propia voluntad.

Cuando el Señor Jesús usa la palabra “semejante” en estas dos parábolas, Él está hablando al respecto del sacrificio, de la lucha, de la guerra que una persona tiene que trabar para llegar al Reino de los Cielos. Es una lucha personal e intensa; por lo tanto, usted no puede quedarse sentado perdiendo el tiempo, pidiéndoles a los demás que oren y ayunen en favor de su salvación. Usted tendrá que levantarse, colocarse su armadura e ir a la guerra para tomar posesión del Reino de los Cielos (Mateo 11:12). Usted lo hace por sí, yo lo hago por mí y cada uno por sí mismo.

Continuará…

Si le interesa lea también: La entrega del alma (Parte 1) 

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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