La gracia que nos lleva a ser ricos

La gracia que nos lleva a ser ricos - Marzo 27

La Palabra de Dios describe: “Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos”. 2 Corintios 8:9. El Espíritu Santo usó al apóstol Pablo para hablar con personas que conocían esta gracia, que es el haber tenido una experiencia con el Señor Jesús. Las cuales fueron personas que cuando fueron llamadas por Él aceptaron Su llamado. En la actualidad no es diferente, nosotros estamos aquí, porque Él nos buscó y nosotros aceptamos Su llamado.

Aunque el ser llamado no es suficiente, el Señor Jesús, incluso dice en Su Palabra que muchos han sido los llamados, pero pocos los escogidos (Mateo 22:14). No todas las personas que han sido llamadas han aceptado la ofrenda que Dios hizo a través del Señor Jesús, que fue el haber dado Su vida en la cruz a cambio del perdón de nuestros pecados.  Cuando Él nos da la gracia de haber reconocido que uno es un pecador y que nuestros pecados han sido perdonados, uno toma la decisión de entregarse a Él por completo. Posteriormente es el propio Espíritu Santo que nos convence que sin el Señor Jesús no hay salvación, no hay paz, alegría, en si, no hay vida. A partir de ese momento uno acepta seguirlo y servirlo.

Al ser convencidos por el Señor Jesús de nuestros pecados uno sabe que la causa del sufrimiento puede ser por estar viviendo en la idolatría, el egoísmo, el egocentrismo, en la prepotencia, la arrogancia, la prostitución, la homosexualidad, el lesbianismo, la mentira, el engaño, el poner alguien como prioridad, antes que a Dios… Uno reconoce que vivir lejos de Dios es estar fuera de Su gracia.

En teología, el significado de gracia, quiere decir haber recibido el favor de Dios, sin merecerlo. Nadie es merecedor de algo y si estamos aquí es por la gracia infinita del Señor Jesús, por Su misericordia y porque Él nos buscó. No hay cosa más grande que el amor de Dios y Su gracia.

Nosotros no merecemos nada, el castigo que deberíamos haber tenido, Dios lo derramó sobre Su hijo en la cruz. Existen quienes consideran el pecado como apenas una cosa mala, pero esto no es así. El pecado provoca la ira de Dios contra la humanidad. Existen quienes se cuestionan el hecho de que si Dios es amor, cuál es la razón que existan tantas personas sufriendo. Dios es amor, pero también es Dios de ira. Y cuando se aira, Él no puede hacer nada por el sufrimiento de aquella persona, porque, ella Lo ha despreciado, ha rechazado Su ofrenda, que fue Él haber sido crucificado por causa de nuestros pecados. Dios no se agrada del sufrimiento del ser humano, pero si uno está apartado de Él, no puede hacer nada, aunque Él quisiera.

Usted tal vez se pregunta, entonces dónde está el amor de Dios, veamos hacia la cruz, ella es símbolo del amor y de la justicia de Él. Para que nosotros seamos salvos, Él derramó su ira sobre Su hijo, castigó su cuerpo y el alma del Señor Jesús, el castigo que nosotros merecíamos, lo puso sobre su propio Hijo.

Cuando sea el momento de llegar ante el trono blanco y las personas que no fueron salvas se cuestionen el porqué están siendo echadas al infierno, habrá una respuesta por parte de Dios, para los que no reconocieron al Señor Jesús como Salvador : “Por causa de mi justicia, todo el sufrimiento, todas las enfermedades, los dolores que ya hubo en todo el tiempo, fueron derramadas en mi Hijo cuando estaba en la cruz”.

 No es casualidad que el Señor Jesús, le dijo a Dios: “Dios, Dios porque me has desamparado”. (Mateo 27:46). Fue la única vez que el Señor Jesús dijo “Dios”, porque siempre lo llamaba de “Padre”, pero como Él estaba cargando con nuestros pecados, Él no estaba en posición de Su hijo, sino de un pecador. El Señor Jesús nunca pecó, pero Él tomó nuestros pecados para la salvación de nuestra alma. El Señor Jesús es rico en misericordia, en amor, en comprensión y en cargar con nuestros pecados.

Cuando descendió del cielo, Él se tornó pobre (Isaías capitulo 53), porque el cielo no es lugar de pobreza, allá hay toda clase de riquezas y aquí en la tierra cuando Él menciona la palabra ‘rico’, no se refiere a dinero, sino a prosperidad. Por otra parte también la Palabra de Dios nos describe que cuando Él nació fue en pesebre, pero recibió oro, incienso y mirra, eran cosas de gran valor material. Su Padre tenía una carpintería, el tener este tipo de negocio en aquel tiempo no era cualquier cosa. En el momento que el cuerpo del Señor Jesús fue enterrado, fue en una tumba de rico y los soldados romanos también disputaron la túnica de Él, porque era muy costosa.

Cuántas son las personas que se lamentan por que nacieron en una familia pobre, pero con Dios existe la una oportunidad que todos tenemos y es de convertirnos en ricos en la fe (Santiago 2:5). Esta fe bíblica, no se basa solo en un aspecto económico, ella se refiere a la prosperidad que involucra cada área de nuestra vida. Dios quiere transformar nuestra vida y sobre todo salvar nuestra alma.

El Señor Jesús entregó todo, Él se hizo pobre y espera que nosotros también lo hagamos, ¿de qué manera? que nos hagamos pobres de nuestro propio querer, del pecado, del egoísmo, el orgullo, de la incredulidad… Para que así seamos ricos de paciencia, de perseverancia, de amor por las almas perdidas, al grado de estar dispuestos de poner en el altar lo que nosotros somos y tenemos, para que eso se pueda usar para la salvación de otras almas. Pero, mientras no haya una entrega total y verdadera, no se podrá conocer esta gracia, no se tendrá ese amor y esa fe que Dios menciona en Su Palabra.

Si una persona no se torna rica en la fe, ella no podrá tomar posesión de las riquezas que vienen de lo Alto, mientras no se nazca de Dios no se puede ser rico en la fe. Dios quiere que usted sea rico en la fe para darle la prosperidad que Él promete que es en cada aspecto de su vida, pero sobre todo Él le quiere darle la riqueza espiritual.

Si su principal riqueza es espiritual es por lo consiguiente que usted nunca pondrá su corazón en algo ni en nadie, es así que usted estará listo para recibir también las riquezas materiales. Si usted tiene la disposición de hacerse pobre para Dios, Él le hará rico en la fe y así usted podrá conquistar todo lo que Él ha prometido en Su Palabra.

Dios le bendiga.

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