Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que usted sabe cómo actuar en la fe para poder avanzar espiritualmente?
La voluntad de Dios es que la vida de cada uno siga avanzando espiritualmente. Sin embargo, cuando se habla de este tema, muchos piensan que se está refiriendo a lo material o a lo económico. Pero recuérdese que lo principal es lo espiritual.
El Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo, nos enseña lo siguiente: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Cuando la Palabra dice “olvidando”, se está refiriendo a la mente, que es donde se originan nuestros pensamientos y emociones. Muchos de los que están sufriendo o se encuentran estancados en este momento es porque se han entregado a pensamientos y emociones negativas. Además, este problema muchas veces surge porque la persona se ha hecho prisionera de sus fracasos o de cosas que sucedieron en el pasado. En otras palabras, siguen mirando hacia atrás en lugar de mirar hacia adelante y hacia un nuevo futuro. Es por esta razón que la Palabra usa la frase “extendiéndome a lo que está delante” para revelar que, si uno se encuentra en la situación o condición en la que está, es porque está tomando esa decisión. Sin embargo, la condición o situación en la que uno se encuentra espiritualmente no depende de las circunstancias, sino de las decisiones.
Reflexione y piense profundamente en este detalle: Todo en la vida depende de nuestras decisiones. Es por eso que el Señor nos dio libre albedrío para que hagamos nuestras decisiones.
Según la Palabra, para que uno avance debe haber una meta. La meta que uno se propone día a día es lo que le permitirá alcanzar y obtener su propósito. Uno no puede estar luchando, viviendo, esperando por la suerte o esperando que algo suceda; no es así como uno logrará su objetivo. Para que uno avance, debe tener una meta en cada aspecto de su vida.
Según la Palabra, para que uno avance debe haber una meta. La meta que uno se propone día a día es lo que le permitirá alcanzar y obtener su propósito. Uno no puede estar luchando, viviendo, esperando por la suerte o esperando que algo suceda; no es así como uno logrará su objetivo. Para que uno avance, debe tener una meta en cada aspecto de su vida.
Pero, ¿qué es el premio supremo?
La Salvación. No hay nada más supremo que la Salvación del alma. Esto incluye cualquier conquista que uno pueda imaginar, porque la salvación es eterna, mientras que una conquista no lo es, al ser algo físico que tiene fin. Es por esta razón que uno no puede quedarse sin una meta, porque debe esforzarse y obedecer para obtener la Salvación. Vivimos en este mundo antes de llegar a la Salvación eterna, lo que significa que debemos cuidar nuestro premio en todo momento. No se entregue a los pensamientos malos que buscan derrotarlo y verlo con los brazos cruzados, esperando la muerte. Uno debe vencer para dar un gran testimonio y recibir al Espíritu Santo, que es el premio supremo y la Salvación.
Pero, ¿cómo puedo vencer?
Primero, como se ha estado diciendo en este artículo, tenga una meta. El Señor nos ha dado metas para que nos mantengamos siempre en Su presencia y en la fe. Meditar, orar, ayunar, adorar, sacrificar, dedicarle tiempo a Él y menos al mundo: estas son las cosas que nos ayudarán a alcanzar las metas. No permita que nada ni nadie lo trate de sacar del buen camino, que es la meta que Él nos ha dejado. Manténgase siempre disciplinado para que pueda vencer todo en este mundo y glorificarlo a Él a través de su victoria, con una fe que vence todo. Así que, reflexione sobre la pregunta del comienzo: ¿Será que usted sabe cómo actuar en la fe para poder avanzar espiritualmente? Si aún no puede responderse la pregunta, por favor tome este tiempo para acercarse al Señor, para que usted pueda estar en la meta que Él tiene para usted