La Mujer de Dios

Muchas mujeres ya me han preguntado cuál es la función de la mujer que sirve a Dios, principalmente en su casamiento. Entonces, ella es aquella que organiza todo. Mientras su marido trabaja, ella hace su parte, dándole todo el apoyo necesario para que sea exitoso.

La posición de esa mujer no es fácil, pues por causa de las luchas termina sacrificando sus emociones y sus sentimientos. Nada se compara a su batalla.

A veces ella necesita tener fuerzas y habilidades suficientes para resolver los problemas, sin la intervención del marido. De ahí la importancia de tener una relación bastante íntima con Dios.

La mujer de Dios es comparada a un soldado, que, estando en una guerra constante, no tiene derecho ni siquiera a enfermarse, para que no haya pérdidas. Hoy ella puede estar viviendo alrededor de muchas amigas y mañana, puede estar residiendo en un país desconocido y distante.

Ella no es perfecta; con todo, se esfuerza para tal, con la intención de alcanzar a aquellos que están a su alrededor. ¡Ah! ¡Si ellos supieran que tan valiosa es esa mujer en la obra divina, con certeza le darían valor!

Ella hasta enfrenta los problemas, como cualquier ser humano, pero los vence a todos. Esta es la condición privilegiada porque Dios vio, en su interior, un corazón dispuesto y una voluntad enorme de ir más allá, y por una causa justa.

Ella busca la fuerza necesaria para despertar, todos los días, dispuesta a luchar, y siempre con una sonrisa en los labios. Mira para adelante, con la certeza de que es un día más de victorias.

Ella no sabe del día de mañana, y ni siempre eso le importa eso, porque ella es feliz simplemente en saber que su servicio agrada al Señor.

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