Mi supervivencia en la fe

En el pasado, hubo días en los que enfrenté persecuciones tan crueles y avasalladoras que, al mirar por la ventana y ver un perro, deseé tener su vida, tamaña era la aflicción de mi alma. Pero, porque no me entregué a esos sentimientos pasajeros, logré soportar el dolor y, así, no flaqueé ni desistí.

Siempre coloqué en mi mente aquello que la Palabra de Dios decía sobre lo que yo era para Él, y no lo que las personas pensaban de mí. Decidí que no serían los pensamientos ajenos los que determinarían mi valor delante de Dios, sino mi fe. Por eso, hoy, puedo testificar la fidelidad de Él para conmigo.

Siendo así, no son mis emociones las que llaman a la existencia aquello que no existe, sino la fe. No es el corazón el que me da fuerza para ir a la guerra a luchar, sino la fe. Por eso, mi énfasis en la predicación es que la vida solo puede ser vivida por la fe. Si en un solo momento huimos de eso, seremos frágiles, débiles y derrotados. Porque el problema del débil no es ser débil, sino rendirse a las debilidades y entregarse a los sentimientos o a las emociones del corazón. Cuando sucumbe a eso, él no piensa y, cuando piensa, es para pesar las palabras de gente débil como él. Si el débil razonara y verificara lo que el Todopoderoso ha dicho en la Biblia, con certeza pensaría como Dios piensa y reaccionaría contra sus debilidades.

Solamente quien es débil busca sentir en vez de pensar. Eso lo debilita aún más, pues el corazón humano (fuente de sentimientos) es extremadamente corrupto y engañador. Quien lo sigue, se destruye. Por otro lado, lo mismo no ocurre con quien desprecia las sensaciones del corazón y obedece la Palabra de Dios. Esa persona piensa, evalúa y concluye que lo que está escrito es argumento suficiente para fundamentar toda su vida y vencer al diablo, a las persecuciones, a los desiertos y a todo lo demás que surja por delante. Frente a eso, la fe no siente, no llora y no busca dulzura, lástima, pena, ternura o piedad de las demás personas. Al contrario, ella depende de la misericordia del Altísimo y se indigna, actúa y toma una actitud de coraje contra lo que la debilita. La fe bíblica es racional, inteligente y sobrenatural. No tiene nada que ver con el corazón, sino con lo que está escrito en la Palabra de Dios. ¡Esta fe bruta es la que resuelve!

Mensaje sustraído de: Cómo Vencer Sus Guerras por la Fe (autor: Obispo Edir Macedo)

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