¡ Necio ! (Parte 1)

En una pregunta, el Señor Jesús dejó en claro que puede suceder que el hombre gane el “mundo entero”, pero que “pierda su alma”.

En una pregunta, el Señor Jesús dejó en claro que puede suceder que el hombre gane el “mundo entero”, pero que “pierda su alma”. Y sabemos que, para cada persona, el “mundo entero” representa algo. No siempre lo que es éxito para uno significa éxito para el otro. No obstante, quiero que usted reflexione sobre el momento en el que las conquistas llegan. Dígame quien gana con ellas: ¿el alma o el cuerpo? ¿Quién disfruta los beneficios de la riqueza o del éxito?

El alma es la que utiliza al cuerpo para disfrutar lo que el mundo tiene para ofrecerle. Sin embargo, ese disfrute del cuerpo es temporario, pues la vida en este mundo pasa demasiado rápido. Pronto llegará el momento en el que todos van a descender a la sepultura, pero el alma continuará viviendo. Por eso, el Señor Jesús alertó que de nada le sirve al ser humano satisfacer a la carne, al cuerpo, y dejar de lado el destino de su alma. A fin de cuentas, ¿qué tendría el hombre para dar a cambio de su alma?

Si sumáramos todos los valores monetarios del mundo (oro, piedras preciosas, acciones de las bolsas de valores, tierras, obras de arte y todo lo demás que es valioso), no se podría pagar ni siquiera el rescate de un alma. ¿Cómo alguien podría negociar con Dios fundamentado en los recursos terrenales?

Es tan fuerte ese entendimiento que Jesús llegó a contar una parábola sobre un hombre rico que había cosechado tantos frutos que se sintió́ seguro para decirle a su propia alma: “Alma, tienes muchos frutos depositados para muchos años (pero no para toda la eternidad); ahora descansa, come, bebe y diviértete”. Y Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche te reclamarán tu alma, y ahora, ¿para quién será́ lo que has provisto?”.

Vea la parábola en su totalidad:

También les refirió una parábola, diciendo: La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. Y pensaba dentro de sí, diciendo: «¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?». Entonces dijo: «Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí́ almacenaré todo mi grano y mis bienes. Y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete». Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?». Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios. Lucas 12:16-21

Note que, con la muerte, ¡se termina toda pompa y conquista! El cuerpo se acaba. Se pierden la familia, los amigos, el dinero y toda la honra y la gloria conquistadas aquí en este mundo. Ninguna riqueza acompaña al alma cuando parte hacia la eternidad. Pero la gran pregunta es: ¿a dónde irá el alma?

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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