Negarse a sí mismo (Parte II)

No todos logran decirse no a sí mismos y, así, obedecer la Palabra de Dios

No todos logran decirse no a sí mismos y, así, obedecer la Palabra de Dios; sin embargo, esa es una actitud esencial para quien desea salvar su alma.

El segundo paso es cargar la cruz. Eso no quiere decir literalmente cargar un pedazo de madera sobre la espalda ni cargar un crucifijo en el cuello, como suelen hacer los religiosos.

La cruz simboliza el más alto grado de sacrificio. Así como esta lastima la espalda de quien la carga, la decisión de no seguir las inclinaciones personales, a causa de la voluntad divina, herirá los deseos del corazón terco.

El corazón humano es imprudente y quiere satisfacción y placer en primer lugar. Ama los elogios, las vanidades, la codicia y siempre ansiará ser mimado —nunca perseguido o víctima de injusticia a causa de la fe—. Por eso, la cruz lo contraría.

El corazón es traicionero, indomable y corrupto. Todo lo que quiere está en contra de la voluntad de Dios y, por ese motivo, tiene que ser negado.

Puedo decir que ese es mi secreto para seguir al Señor Jesús a lo largo de casi seis décadas.

Si le diera oídos a mi corazón, jamás tendría fuerzas para soportar las persecuciones, los escarnios y las injusticias que ya enfrenté en este mundo. Si yo hubiera sido emotivo, habría huido de las luchas y habría desistido de predicar el Evangelio.

Sin embargo, quien realmente vive por la fe no se deja conducir por el corazón y, por eso, recibe poder del Espíritu Santo para testificar, con su propia vida, de las grandezas de Dios. Esa persona se vuelve fuerte y no altera su testimonio, sino que permanece hasta el fin sirviendo y honrando a su Señor.

Es triste saber que muchos de los que un día tuvieron la revelación preciosa de esa enseñanza perdieron la visión del sacrificio al creer en el pseudoevangelio, que predica facilidades y un camino ancho. Esas personas satisfacen todas sus voluntades y gobiernan sus propias vidas, pero se encuentran apagadas y sin rumbo. ¡Qué alto precio pagarán por esa falsa libertad!

Continuará…

Si le interesa lea también: Negarse a sí mismo (Parte I)

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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