No negamos el amor de Dios

No negamos el amor de Dios, ¡lejos de nosotros tal actitud! Pero no considerar toda la naturaleza del Altísimo es una locura. Si Dios no fuera justo, todas Sus demás cualidades perderían la razón de existir. Si Dios no fuera justo, no sería Santo, porque fallaría al tratar igual al justo y al perverso. ¿No nos indigna ver a alguien que comete un delito y que quede impune? ¿No nos indigna cuando la justicia terrenal falla en castigar a los delincuentes? ¿Sentiríamos lo mismo si buenos y malos fueran tratados de la misma forma por el Todopoderoso por no haber justicia por parte de Él?

Si el brazo de la ley terrenal se corrompe y se torna incapaz de efectuar la justicia, la Diestra de Dios será siempre pura, recta, incorruptible, sabia y perfectamente poderosa para juzgar y retribuir a quienquiera que sea. No es porque Dios ama que no va a aplicar Su ira o a derramar Su juicio. No es porque Él es bueno y misericordioso que no va a tratar de castigar a aquellos que no se arrepienten.

Entonces, engaña a los miembros de su iglesia aquel que predica una vida fundamentada en un amor que no exige obediencia ni sacrificio, porque está expresamente registrado en las Escrituras que la ira de Dios vendrá sobre los desobedientes a Él, sean cristianos o no. Quien Le desobedece se torna blanco de sufrimiento en la eternidad. ¡Son los desobedientes, y no los justos, quienes deben estar preparados para soportar el peso de la sentencia de Dios, inflamada de furor, si no corrigen su situación!

Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas.

Colosenses 3:6

Porque la ira de Dios se revela desde el Cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad.

Romanos 1:18

¡Hay tamaña severidad en estas declaraciones que temo y tiemblo delante de ellas! Del Cielo no vienen solo dádivas y compasión, como muchos han anunciado, sino también juicios justos y castigo.

Vea que Dios nunca engañó al hombre sobre el peligro de una vida de hipocresía e incredulidad, sino que le reveló a toda la humanidad, por medio de la Biblia, Su carácter y Su modo de actuar, para que nadie, al ser condenado, pueda decir que no sabía.

Muchos que están dentro de las iglesias observan los versículos anteriores y se imaginan que el público al que es dirigido es el que está del lado de afuera, ¡pero se engañan grandemente! A pesar de que la mayoría de los cristianos diga que ama a Dios, lo que será pesado es la obediencia a Su Palabra, porque el amor que no mueve a la persona a someterse a lo que Él dice no es amor.

Por otro lado, aquellos que verdaderamente conocen a Dios valoran Su amor y se tornan más cercanos a Él, pues aumentan su nivel de comunión y su dependencia de Él. Son estos los que, de hecho, logran ver en el amor y en la gracia de Dios motivos para buscar crecer aún más en la fe y en el temor.

Nadie puede pensar que el amor, la bondad y la paciencia del Altísimo son impedimentos para que Él aplique Su justicia, ¡porque no es así! El amor de Dios involucra acciones justas de Su parte porque Él corrige a quien ama y hace que cada uno coseche de acuerdo con lo que sembró.

Jesús es la Justicia de Dios que Se tornó carne y hueso para venir a este mundo a rescatar, salvar, justificar y liberar a los injustos del espíritu de la injusticia. Él cumplió Su misión. Ahora, ¿es justo que los salvos, deliberadamente, vuelvan a la prisión de la injusticia? ¿Es justo que la misericordia Divina tolere eso? ¿Es justo que los cristianos abusen de la compasión Divina y, espontáneamente, vuelvan a vivir en el pecado? Dios sí es amor, pero ¿acaso ese amor soporta incluso las injusticias voluntarias de quien conoce la Verdad? ¿Acaso ese amor es semejante al de este mundo, al que no importan las injusticias cuando se trata de lazos familiares y pasiones infames? ¡De ninguna manera!

Como está escrito, el amor de Dios “No se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la Verdad” (1 Corintios 13:6). Este versículo muestra que Dios es tanto amor como justicia, por eso jamás tolera injusticia o pecado. Quien conoce y cree en la Verdad, pero vive en la mentira, está jugando con la fe. Por lo tanto, que nadie cuente con la benevolencia y con la compasión de Dios para mantenerse en el pecado, ¡porque Su ira se revela sobre todos los rebeldes e hijos de la desobediencia!

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