Un corazón nuevo - Domingo 6 de febrero, 22

Reciba un corazón nuevo

La biblia describe lo siguiente: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré”. Ezequiel 36:25. El agua a la que se refiere la biblia, representa dos partes, la Palabra de Dios y el bautismo en las aguas.

El agua simboliza la Palabra que nos lava, nos limpia de los malos pensamientos y sentimientos que están en contra de los pensamientos y los sentimientos de Dios. Y la otra parte es cuando se toma la decisión de entregarse al Señor Jesús y ser bautizado en las aguas. Confirmando esto, con lo que dice la Palabra de Dios: El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Marcos 16:16.

Cuando se vive en la incredulidad, se busca el placer en el pecado, como: la prostitución, la homosexualidad, los vicios, la adoración a los ídolos, etc. En este último, normalmente cuando se está viviendo un problema y el Señor Jesús no hace parte en la vida de la persona, se tiene un ídolo, que no sólo puede ser una imagen impuesta por las religiones, sino también personajes reconocidos, sea de un deporte, actuación o cantantes. Los jóvenes por ejemplo, algunos quieren vestir de la misma manera que sus ídolos, siguiendo la moda que ellos muestran. Eso acontece por el hecho de quienes no han tenido una experiencia con el Señor Jesús, por causa del vacío que hay en el interior. Por causa de eso, buscan llenar el alma de alguna manera y terminan entregándose a las inmundicias.

Os dare un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Ezequiel 36:26. Cuando no se tiene una vida entregada al Señor Jesús, el corazón está abierto para ser lleno de resentimiento, rencor, odio, tristeza… Eso acontece, porque es por lo regular que se atraviesen sufrimientos como: el abandono, el rechazo, la traición, injusticias, maltratos, golpes, etc. Provocando así en la vida del ser humano decepciones, fracasos, frustraciones, traumas o complejos. La persona termina sintiéndose un ser despreciado y termina comparándose con los demás. Cada ser humano es único y sobre todo lo más importante es el alma, la cual el Señor Jesús la quiere salvar. Por eso la gran necesidad de que se reconozca que necesita de un corazón nuevo.

El corazón de piedra es un corazón insensible a la Voz de Dios, esto es, a Su Palabra. Cuando se tiene el corazón de piedra, se vive dominado por las emociones, por lo tanto, todas las decisiones son hechas basadas en la emoción y de ahí que surgen los fracasos. A cambio cuando se tiene un corazón nuevo que es dado por Dios, él es guiado y orientado por el Espíritu con base en la Palabra de Dios.

Es bueno aclarar que el Espíritu Santo nunca impone ni impondrá nada a nadie. Él nos habla, nos muestra y nos convence a través de Su Palabra, pero nosotros somos quienes tomamos la decisión. Él permite que haya enfrentamientos a situaciones para que uno vea si aquello es lo correcto. Pongamos como ejemplo un noviazgo: quienes se encuentran en una relación de noviazgo y de un momento a otro comienzan a acontecer problemas, estos surgen para que la persona se de cuenta, quien es la persona con la cual va a contraer matrimonio. Dios de ninguna manera podrá impedir que usted se case con esa persona, pero Él le mostrará y le dará sabiduría para que se de cuenta como su novia (o) trata a los demás, principalmente a sus padres. Si la futura esposa (o), no sabe respetar y honrar a los padres, de ninguna manera ella (él), le honrará a usted. Se tiene que considerar el historial de vida con la persona que se piensa contraer matrimonio. Pero, cuando no se tiene un corazón nuevo, de ninguna manera se considerarán las cosas antes mencionadas.

Si usted está cansado de tomar decisiones a su manera que sólo le han llevado al fracaso y a la decepción, busque tener un nuevo corazón, y eso acontece cuando usted tiene un encuentro con Dios. A partir de ese momento usted no será más guiado por su propio corazón, pero si por el propio Espíritu Santo que le guiará a las decisiones correctas.

Dios le bendiga.

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