Ser diferente para marcar la diferencia

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Si analizamos las Sagradas Escrituras, encontraremos desde el antiguo testamento hasta el nuevo, registros de hombres y mujeres de Dios del pasado que marcaron la diferencia. Esto es, ellos eran diferentes de los demás y eso los llevó a tener una vida que marcó la diferencia delante de aquellos que vivían en la incredulidad. Aclarando que, al ser de Dios, esto no impidió que enfrentarán problemas muy serios, pero, vencieron a través del poder de la fe. Eso los llevó a ser conquistadores y vencedores, principalmente de su salvación.

En la actualidad no es diferente, Dios quiere glorificarse en nuestra vida. La Palabra de Dios dice en Marcos 16:17: “Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen”. Quien vive por la fe, su vida tiene que estar acompañada de milagros. Infelizmente existen personas que dicen asistir a la iglesia, creer en Dios y aún más dicen vivir en Su Presencia, pero, viven en la incredulidad y la vida de ellas hasta ahora sigue igual, no ha existido una transformación de vida.

Un ejemplo de cuando Dios hace la diferencia en la vida de una persona, es mi propio testimonio. En el momento que decidí entregar mi vida al Señor Jesús, mi familia pudo ver la transformación de mi carácter y en consecutivo mi vida comenzó a cambiar (fui libre de los vicios, abandoné la delincuencia, logré un matrimonio bendecido…) Ellos sabían que mi vida no tenía ni futuro, ni esperanza. A través de esa transformación mi familia también entregó su vida al Señor Jesús y hoy también ellos son referencia de Él.

Si Dios transformó mi vida y la de mis familiares, Dios también puede hacer lo mismo con usted, pero cuántas son las personas que un día estuvieron en una iglesia o incluso están asistiendo a una y han concluido cuestionándose que no sirve de nada, servir a Dios. Así como esas personas se han cuestionado, lo mismo aconteció en el pasado. ¿Qué fue lo que Dios dijo, respecto a aquellos que pensaron que era en vano servirlo?

“Ustedes han dicho cosas terribles acerca de mí, dice el Señor. Sin embargo, ustedes preguntan: ¿Qué quieres decir? ¿Qué hemos dicho contra ti? Ustedes han dicho: ¿De qué vale servir a Dios? ¿Qué hemos ganado con obedecer sus mandamientos o demostrarle al Señor de los Ejércitos Celestiales que nos sentimos apenados por nuestros pecados? “. Malaquías 3:13-14. El pueblo estaba diciéndole a Dios de que nada había servido haber abandonado el pecado, si la vida de ellos no había cambiado. Este pueblo fue exhortado por parte de Dios porque la razón de que la vida de ellos no cambiará, era porque estaban robando los diezmos y las ofrendas. ¿En qué manera? Ellos presentaban sus ofrendas a Dios de cualquier manera, en ese tiempo se ofrecían animales como sacrificio, este pueblo no presentaba lo mejor, por el contrario, presentaban animales heridos o enfermos como sacrificios para Él. También ellos robaban y lo presentaban como ofrenda en el altar.

“De ahora en adelante llamaremos bendito al arrogante. Pues los que hacen maldad se enriquecen y los que desafían a Dios a que los castigue no sufren ningún daño”. Malaquías 3:15. Mientras ellos decían servir a Dios, estaban mirando para los que vivían en la incredulidad. Queriendo tener la misma vida que ellos. Quien dice servir a Dios, no puede querer lo que otros tienen, porque quien Le sirve, simplemente quiere lo que Dios quiere para su vida y es que Su voluntad se cumpla. La voluntad de Dios siempre será más grande de lo que Le pedimos o pensamos.

“Entonces los que temían al Señor hablaron entre sí y el Señor escuchó lo que dijeron. En la presencia de él, escribieron un rollo de memorias para registrar los nombres de los que temían al Señor y siempre pensaban en el honor de su nombre.

Ellos serán mi pueblo—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. El día en que yo venga para juzgar, serán mi tesoro especial. Les tendré compasión, así como un padre le muestra compasión a un hijo obediente. Entonces de nuevo podrán ver la diferencia entre los justos y los perversos, entre los que sirven a Dios y los que no lo hacen”. Malaquías 3:16-18. Cuando Él hace referencia a los justos, Dios se refiere a las personas que fueron justificadas por el Señor Jesús porque entregaron la vida a Él. Las personas creyeron en la obra que Él realizó, dando la vida por nosotros a causa de nuestros pecados y perdonándonos. A causa de eso es que hoy somos justificados.

¿Qué significa ser justificados? Esto quiere decir ser merecedor. Por no saber esta verdad, alguien puede pensar que no merece, pero por causa de lo anteriormente mencionado es que nos volvemos merecedores de una vida diferenciada, esto es, que marque la diferencia. Existe una diferencia entre el justo y el perverso y la diferencia comienza en el carácter. El justo vive basado en la Palabra de Dios en obediencia a ella, eso lo lleva a una transformación de vida, a respuestas basadas en la Voluntad de Dios. Y esta voluntad será el darnos una vida diferenciada. Por el contrario, el perverso vive en la injusticia y en el pecado. Incluso los perversos juzgan a Dios al juzgar a los que viven por la fe. La situación empeora, cuando el perverso comienza a contaminar a otros diciendo que es inútil servir a Dios. En la realidad, la vida de esa persona no ha cambiado porque su intención no es querer servir a Dios, sino a ella misma, porque sólo está en busca de las bendiciones.

Dios quiere glorificarse en nuestra vida. Es bueno, pensar y reflexionar la siguiente pregunta: ¿yo he sido justo o perverso? Por ejemplo, el justo es de buen carácter: no maldice, no tiene odio, no es egoísta, no habla perversidades, no hace trampa, no vive apegado a nada, ni a nadie, no adultera, no se prostituye, etc. Mientras el perverso es todo lo contrario.

Otra diferencia entre el justo y el perverso es que el justo sirve a Dios, mientras el perverso, sólo quiere satisfacerse a él mismo.

Si usted está en busca de una vida diferenciada, comience por ser diferente. Sacrifique su propia vida, colóquese en la completa Voluntad de Dios, porque de nada servirá que usted ofrezca a Dios grandes sacrificios materiales, si usted quiere vivir en la perversidad y sirviendo a Dios a su manera. Sea justo delante de Dios y Él se glorificará en su vida para marcar la diferencia. La decisión está en usted.

Dios les bendiga.

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