Siete Espíritus de Dios (Parte 1)

La profecía de Isaías con respecto al Señor Jesucristo habla en otro lenguaje de los siete Espíritus de Dios, o sea: «Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoño de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Dios; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Dios» (Isaías 11:1-2). Se puede entender que los siete Espíritus de Dios nada más son los de la propia Persona del Espíritu Santo, esto es, Dios en Espíritu que vino para regir y guiar todos los pasos del Señor Jesús a partir de Su bautismo en las aguas.

«Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado , y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra»

A partir del momento en que el Señor Jesús toma el libro de la mano derecha de Dios-Padre, nosotros tenemos tres breves himnos de adoración. Y ese es el primero, cuando entonces los participantes dejan adorar solo a los cuatro seres vivientes y los veinte y cuatro ancianos.

Ya hablamos sobre el sentido de esos versos, entonces, ahora queremos resaltar la actitud de los seres viviente y de los ancianos delante del Señor Jesús: ellos no solamente se postrarán delante de Él, sino que también entonaron un nuevo cántico, reconociendo en Él la plenitud de la dignidad. Es bueno recordar que ellos ya habían hecho eso delante del trono o delante de Dios-Padre y ahora lo hacen delante de Dios-Hijo usando un nuevo cántico, o sea, un nuevo labor, por el hecho de que el Señor Jesús haber conquistado, a través de Su propia sangre los que proceden de toda tribu, lengua, pueblo y nación para el Dios-Padre, o sea, que el Señor Jesús, una vez consumado la obra de salvación, puede atraer para Sí personas de cada poblado, ciudad, estado y país de este planeta para formar un solo reino y de sacerdotes. El sacerdote es aquel que ministra sacrificios a Dios.

El apóstol Pedro hizo semejante afirmación en cuanto a la condición de aquellos que están en Cristo Jesús, cuando dice: «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9). De ahí el Señor Jesús conquistó para Su Padre personas de todas las partes del mundo, a fin de constituir un reino donde todos son sacerdotes, hasta el punto de que todos los salvos se tornen, automáticamente, ministros de sacrificios de loor, esto es: sacerdote real.

Continuará…

Si le interesa lea también: La Visión Del Rollo Sellado Con Siete Sellos Y El Cordero (Parte 3)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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