El profundo deseo de las personas es tener fe, y cuanta más fe tengan, más victorias conseguirán en la vida, siempre que dependan directamente de una fe sólida en Dios. Naturalmente, los materialistas no estarán de acuerdo con esta premisa; pero, si meditamos un poco sobre lo que dice el apóstol Pablo cuando escribió inspirado por el Espíritu Santo en Efesios 6:10-12: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Entonces tendremos la absoluta certeza de que todos los problemas que el ser humano enfrenta están unidos directamente al ámbito espiritual y, siendo así, no tenemos otra manera por la cual podamos luchar y vencer sino a través de la fe en el nombre del Señor Jesucristo.
Todo lo que es valioso tiene un precio, para conseguir la medida necesaria de la fe que nos dé poder para mover montañas, debemos esperar pagar el precio. Procuraremos tratar algunos puntos importantes que saltan a la vista, con el fin de obtener el camino libre para una fe victoriosa. Existen otros aspectos para tal objetivo, de menor importancia, pero entiendo que éstos son los principales.
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