Cómo despertar la fe

“Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven” (Mateo 14:28-29)

Un hecho evidente en el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo aquí en la tierra fue la manera en cómo Él usó cosas físicas con el fin de despertar la fe de los necesitados, para concederles los bienes espirituales.

Realmente, hemos notado en los Evangelios las diferentes maneras en que el Señor manifestó Su Poder para cuidar a los dolientes. Para muchos, Él usó sólo la palabra de orden y fueron curados, como registra Mateo 8:16: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos…” En otros, Él utilizó otras formas para curar. Es el caso sucedido en Galilea, que en Marcos 7:32-35 se narra así: “Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos “sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien”.

Entonces, concluimos que los beneficios que el Señor Jesús realizaba eran los mismos de hoy, pero había una manera de hacerlo de acuerdo con el tipo de persona necesitada. Mire, ¿cuál es la razón por la cual el Señor realizaba las curaciones de modo diferente? ¿Tendría Él necesidad de poner sus dedos en los oídos del sordo o tocar con saliva la lengua del mudo para que éste fuese curado? ¿Por qué entonces no usó sólo Su palabra para curar a aquel sordomudo? De hecho, nosotros hemos notado en nuestro ministerio que hay personas que sólo liberan su fe a través de cadenas especiales, tales como recibir unción en el lugar de la dolencia o enfermedad, o colocar sus dos manos sobre una mesa ungida con aceite, o beber un vaso de agua pura, etc. Creo que el Señor Jesús, cuando se manifestó así con aquellas personas tan sencillas, lo hizo con el único objetivo de dejarnos una gran enseñanza con respecto a las diferentes personas y sus diferentes maneras de despertar y liberar la fe que traen dentro de sí.

Creo que toda persona tiene fe y, que por mínima que ella sea, es capaz de transformar toda montaña que se le presente en una verdadera planicie; pero es necesario liberarla para que el milagro suceda. También, creo que la simbología bíblica nos fue dada exactamente para esta finalidad, es decir, para despertar nuestra fe; si no, no habría razón para ella en la Palabra de Dios.

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