¿Cuál es mayor, el cuerpo o el alma?

Porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?

¡Insensatos y ciegos! Porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? […] ¡Necios y ciegos! Porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? (Mateo 23:17,19 RVR1960).

El Señor Jesús les habla a los maestros judíos, fariseos, escribas y a todas las personas religiosas de todos los tiempos. La acusación es grave y confirmada por la repetición de los términos “hipócritas”, “guías ciegos”, “insensatos y ciegos”, “serpientes” y “camada de víboras”. En ninguna otra ocasión, el Señor Jesús habló de forma tan severa como en Mateo 23. El pecado cometido por esa gente fue darle más valor al oro empleado en el templo (material) que al templo (que era la morada del Dios Vivo), más importancia a la ofrenda (al valor monetario) que al Altar (que era la representación del propio Dios).

Aquellos religiosos le prestaban más atención a lo que era importante para los hombres que a lo que era importante a los ojos de Dios. Hacían y exaltaban lo que era considerado para la religión, para sus intereses y para sus nombres, no lo que era prioridad para el Altísimo.

Esa percepción espiritual desfigurada provenía de un corazón corrompido, que siempre buscaba la realización de sus propias voluntades y nunca la voluntad de Dios. Y aún hoy es así, pues quien es guiado por el corazón se torna un religioso dentro de la iglesia, incluso teniendo la viva y perfecta Palabra en sus manos.

Podemos decir que los insensatos y ciegos son aquellos que no piensan y no pesan las consecuencias de sus malas elecciones, sino que siguen obcecados por satisfacerse a sí mismos.

Y del mismo modo como el Señor Jesús enfrentó a los maestros de Israel, haciéndoles preguntas sin rodeos para obligarlos a pensar y a mirarse, Él lo hace con nosotros hoy. Aunque las preguntas sean hechas con palabras diferentes, pues los tiempos cambiaron, los principios de Dios continúan siendo los mismos.

  • En los días actuales, ¿cuál es mayor, lo que es visible y palpable o lo que es espiritual e invisible?
  • ¿Qué es mejor, colocar toda la fuerza para tener un cuerpo escultural o invertir en el cuidado del alma?
  • ¿Qué se cuida más, la opinión de las personas o el pensamiento de Dios a nuestro respecto?
  • ¿Qué vale más, los estándares y las ideas seculares que cambian en cualquier momento o los principios y valores celestiales que permanecen para siempre?
  • ¿En qué hemos invertido más, en la vida terrenal o en la vida espiritual?”

Busque evaluar estas preguntas y respóndaselas con sinceridad a usted mismo.

Dios tiene en cuenta lo que está en nuestro interior; por eso, los rituales meramente exteriores son vacíos y las palabras que no están acompañadas de actitudes son huecas para Él.

Si usted no invierte en la salvación de su alma con todas sus fuerzas, yo diría que es insensato y ciego, pues ha priorizado lo que es visible y no lo que es invisible. Todo lo que es visible es perecible y pasa muy rápido, pero elegir lo que es espiritual e invisible es considerar la eternidad.

El alma vivirá eternamente, sea en el Cielo o en el lago de fuego y azufre. Por lo tanto, decida bien lo que considera y dónde invertirá.

Continuará…

Si le interesa lea también: El entendimiento y el alma

Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

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