El Espíritu Prometido

En el antiguo testamento de la Biblia, existe un antes y después del Monte Sinaí y de igual manera en el nuevo testamento, existe un antes y después de la Resurrección del Señor Jesucristo. En relación al Monte Sinaí, las leyes fueron dadas con la Palabra de Dios en el antiguo testamento.

Cuando el pueblo estaba caminando en el desierto rumbo a la tierra prometida, ellos pecaron porque construyeron un becerro de oro. Dios se indignó contra del pueblo de Israel y quiso quitarles la vida, pero Moisés intercedió por el pueblo, y fue cuando Dios le dijo: Yo enviaré un ángel adelante suyo… y ustedes vencerán a sus enemigos”. Éxodo 23:23. “Pero mi presencia no irá con ustedes, porque este pueblo es testarudo”. Éxodo 33:3

Moisés le dijo: “Si Su presencia no va con nosotros no nos haga partir…”. Éxodo 33:15. Moisés tenía la garantía de que vencería a sus enemigos y a sus problemas, pero él sabía que lo principal de Dios no son las condiciones materiales, sino lo principal de Él está relacionado a nuestro interior. Solo a través del Espíritu Santo que nuestro interior puede ser lleno de paz, alegría y, lo principal que es, la certeza de la salvación y de que vamos a vencer. Cuando se tiene el Espíritu Santo, existe la seguridad de que se conquistará la tierra prometida porque uno es convencido por Él que todo lo que está prometido es de la voluntad de Él.

Saber cuál es la voluntad de Dios es primordial y Él único que puede mostrarla es Dios mismo, a través de Su Palabra. Existen cosas que en la vida se han conquistado, que están fuera de la voluntad de Dios y aquella conquista termina siendo una maldición. Prioricemos, como Moisés lo hizo, al Espíritu Santo porque solo bajo Su voluntad es que estamos seguros y protegidos. El Espíritu Santo es la presencia prometida por Dios.

Cuando se tiene el Espíritu Santo, no se corre el riesgo de poner el corazón en algo y valoramos lo principal, que es la salvación. No hay nadie más que quiera lo mejor para nosotros que el propio Dios. Por eso es importante someterse a la voluntad de Él y buscar recibir Su Espíritu para conquistar lo que está prometido.

Uno recibe de Dios fuerza, sabiduría, poder para perseverar, persistir, permanecer firme en Su Presencia y uno está seguro de que conquistará, de acuerdo con Su voluntad. Nunca olvide priorizar la voluntad de Él. En la vida es así, sacrificamos para Dios o sacrificamos para otros altares. Lo mejor viene de Dios y es ahí donde uno debe de sacrificar porque lo mejor viene de Él.

Lo mejor no está relacionado a lo material, sino lo mejor está relacionado a lo espiritual. Cuando uno tiene la presencia de Dios uno está seguro de Su Protección. Uno prioriza conquistar Sus promesas y no apenas la solución de los problemas. Si usted está en búsqueda de la presencia prometida por Dios que es su Espíritu Santo, búsquelo en primer lugar y Él le guiará a Su Voluntad. Y si usted ya tiene esa presencia prometida, Él le dará más de lo que usted quiere y se imagina. Por lo consecutivo, usted tomará posesión de lo que está prometido en Su Palabra, así como aconteció con Moisés.

Dios les bendiga.

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