El Espíritu Santo me enseñó a amar a mis hijos

Mis hijos estaban atrapados bajo el flagelo de las drogas.

Micaela Marin era una mujer que le había perdido la paciencia a sus hijos, ellos estaban atrapados bajo el flagelo de las drogas, su hija del medio estaba al borde de la indigencia debido a los vicios. Ella sentía que fallaba como madre, lamentaba que sus consejos terminaban perjudicando más a sus hijos.

La mala comunicación entre sus hijos y ella los tornaba rebeldes y los ponía en su contra, para Micaela toda esta falta de conexión con ellos la llenaban de frustración y la convertía en una mujer violenta que volcaba todo hacia sus hijos. Sentía que había perdido su autoridad como madre.

Marin y sus descendientes conformaban una familia disfuncional llena de conflictos y discusiones, sentía que más que una madre era una enemiga. Sus largas horas de trabajo la mantenían lejos de sus hijos, aunque al llegar a su hogar solo recibía el desprecio por parte de ellos quienes la etiquetaban de irascible.

Al ser una persona no creyente que ya había probado varias religiones, no sentía que había una salida para su situación familiar, no fue sino hasta el día que recibió una invitación por parte de una compañera de trabajo para asistir una Iglesia Universal.

Empezó a asistir con su hija a los servicios de la Iglesia Universal y poco a poco consiguió ahí protección para ella y su familia, pues que aprendió a buscar al Espíritu Santo.

Testimonio Micaela Marin

Share This Post

More To Explore