Nadie habló más del infierno que el Señor Jesús. El infierno fue “... preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41), no para el ser humano.

El infierno Parte 1

Nadie habló más del infierno que el Señor Jesús. El infierno fue “… preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41), no para el ser humano. Dios nunca deseó condenar a alguien a un sufrimiento tan cruel; por eso, Él fue capaz de sacrificar a Su Hijo, para que nadie pereciera en la eternidad (Juan 3:16).

Ninguna narración habla sobre el futuro del alma con tanta claridad y riqueza de detalles como la historia del rico y Lázaro. Tengo el entendimiento de que no se trata de una historia ficticia, sino de una historia real, pues menciona los nombres de Lázaro y Abraham. Las parábolas eran historias contadas con un lenguaje simple y figurado para facilitar la comprensión de temas difíciles. El Señor Jesús utilizaba ese recurso didáctico para enseñar; sin embargo, esta es la única narración donde Él menciona los nombres de las personas.

Vamos a reflexionar sobre algunos puntos:

Había cierto hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez. Y un pobre llamado Lázaro yacía a su puerta cubierto de llagas, ansiando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; además, hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Y sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham a lo lejos, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo: «Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues estoy en agonía en esta llama».

Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro, igualmente, males; pero ahora él es consolado aquí, y tú estás en agonía. Y además de todo esto, hay un gran abismo puesto entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, y tampoco nadie pueda cruzar de allá a nosotros».

Entonces él dijo: «Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento». Pero Abraham dijo: «Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan». Y él dijo: «No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán». Mas Abraham le contestó: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos». (Lucas 16:19-31)

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

Share This Post

More To Explore