Vea que el rico andaba como un pavo real, pues se vestía de púrpura y de lino fino, la ropa más cara de la época.

El infierno Parte 2

Vea que el rico andaba como un pavo real, pues se vestía de púrpura y de lino fino, la ropa más cara de la época. Ostentaba tanto que vivía “cada día” de forma placentera y esplendorosa. Daba banquetes para sus amigos y comía abundantemente de los mejores manjares de su tiempo.

Quiero destacar que no hay nada de malo en vivir en abundancia, pero colocar el corazón en los bienes materiales es pecado. Trabajar para disfrutar de la comodidad con la familia tampoco es reprobable a los ojos de Dios, pero convertirse en una persona avara, egoísta y codiciosa es terrible para el alma, pues quien vive para ganar dinero y divertirse con el poder que este da hace que Mammón sea su “dios”.

Todas nuestras conquistas deben ser para servir y glorificar al Altísimo. Hemos observado que, cuantas más riquezas tiene una persona, más distraída está con este mundo. Pasa a tener cada vez menos tiempo para Dios, pues necesita “aprovechar la vida”, viajar, invertir, comprar, etc. y, normalmente, con todas esas fascinaciones que el mundo ofrece, el alma queda desgobernada y se pierde.

Abraham, Isaac, Jacob, David y muchos otros personajes bíblicos fueron hombres prósperos, pero nunca fueron descriptos como personas que vivían en la diversión, en la opulencia o en el glamur de este mundo. Ellos colocaban todo lo que tenían a disposición del Todopoderoso; por eso, constantemente sacrificaban no solo sus voluntades, sino también sus posesiones.

Volviendo a la parábola, si, por un lado, el rico no fue considerado por Jesús para mencionar su nombre, por otro lado, Lázaro—el mendigo que vivía en la puerta de la mansión del rico— fue honrado no solo con su nombre en las Escrituras, sino también con la salvación de su alma.

Lázaro era despreciado y olvidado porque era pobre y vivía enfermo, cubierto de llagas y en compañía de los perros. El rico, por su parte, debía vivir como todos los ricos viven: adulados por todos a su alrededor y con gran prestigio y reputación en la sociedad. O sea, mientras que el rico estaba “podrido en riqueza”, Lázaro no tenía “donde caerse muerto”, como se dice popularmente.

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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