El mayor de todos los avisos Parte 2

Recordando que, cada vez que las Escrituras mencionan el fuego y el azufre, están haciendo referencia a la severidad del juicio de Dios.

Recordando que, cada vez que las Escrituras mencionan el fuego y el azufre, están haciendo referencia a la severidad del juicio de Dios. En el contexto terrenal, ya sabemos cuánto daño pueden causarle esos dos elementos al ser humano. Ahora, ¡imagínese eso en un contexto espiritual como forma de juicio eterno!

La destrucción de Sodoma y Gomorra con fuego y azufre es un ejemplo de eso. En la descripción de ese hecho, Abraham ve todo el valle quemándose y un denso humo subiendo, como si allí hubiera un gran horno (Génesis 19:24-28). Ese acontecimiento simboliza lo que ocurrirá́ en la eternidad entre los salvos y los no salvos.

No es que Dios haga acepción de personas al lidiar con los seres humanos. La prueba de que Él trata a todos con justicia es que el Señor Jesús murió́ para darle oportunidad de salvación al mundo entero, pero cada uno decide en qué grupo estará́. Desde la Creación, vemos la separación entre la luz y las tinieblas, entre el día y la noche, entre las aguas y las porciones de tierra seca.

¿No habría, también, distinción entre los rebeldes y los obedientes a la Palabra de Dios, entre los salvos y los no salvos, entre los hijos de Dios y los hijos del diablo?

El ser humano tiene la libertad de rechazar la Palabra de Dios. Puede ser como una tierra mala que, aun recibiendo una lluvia generosa, produce espinos y abrojos (Hebreos 6:7-8), pero jamás podrá́ quejarse de su fin o incluso decir que Dios fue injusto.

He visto que mucha gente coloca la salvación en último plano. Son personas que usan la fe y se esfuerzan para alcanzar todos sus objetivos en la vida y, solo después, piensan en el destino de su alma. Dada la importancia del alma, ¿no deberían buscar la salvación en primer lugar?

Continuará…

Libro: Secretos y Misteriosos del Alma

Autor: Obispo Edir Macedo

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