El Poder de la fe

Lea esta Palabra de fe con gran atención. Toda la obra que el Espíritu Santo realiza en la vida de uno se lleva a cabo a través de la Palabra de Dios porque Él no obra fuera de Su Palabra.

Como he explicado en el pasado, hay fe natural y fe sobrenatural. La fe natural es la fe humana, que es la creencia mínima que todos tienen en Dios; incluso, esta es la misma creencia que tiene Satanás. La Biblia nos explica que Satanás cree, pero si reflexionamos, aunque él crea, sigue siendo el diablo. Esta manera de creer es la más popular e ineficaz. Pero, cuando nosotros tenemos la fe bíblica, que es la fe sobrenatural, es entonces cuando estamos dispuestos a tomar posesión de lo que está prometido.

Incluso, no solo tendremos disposición, sino también valentía que estará acorde con esta fe sobrenatural.

¿Pero, “cómo se ve la fe sobrenatural?”

Primero, reflexione con esta pregunta: ¿Cuántas personas han sido sanadas, pero no han tomado posesión de la sanación que han recibido?

Espiritualmente, hay personas que reciben la sanación y continúan tomando pastillas porque valoran y consideran los síntomas que sienten más que la Palabra de Dios.

 

¿Y por qué?

La razón es porque la fe bíblica, que es la fe sobrenatural, no ha despertado dentro de ellos mismos.

Lea este detalle con atención sobre el milagro que Jesús realizó cuando maldijo la higuera. La Palabra de Dios nos enseña así: “Por la mañana, cuando pasaban, vieron que la higuera estaba seca desde las raíces” (Marcos 11:20). Jesús maldijo la higuera el día anterior. Cuando Jesús maldijo la higuera, fue porque no tenía fruto; el árbol tenía hojas, pero no fruto, solo estaba por apariencia.

Dios detesta la apariencia porque Él quiere que manifestemos Su gloria a través de testimonios. Pero, testimonios que vienen de Él en nuestras vidas.

La Palabra de Dios sigue así: “Entonces Pedro, recordándolo, le dijo: ‘Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado’. Y Jesús respondió, diciéndoles: ‘Tengan fe en Dios'” (Marcos 11:21-22). Para reflexionar, Dios nos orienta de esta manera porque muchas veces enfocamos nuestra fe en los problemas, circunstancias y síntomas, pero no en Dios, no en Su palabra y no en Su promesa. Y es por esta razón que no tomamos posesión de la promesa.

Cuando Jesús maldijo la higuera, se secó desde las raíces. Cuando nosotros entramos en oración, estamos secando desde las raíces las enfermedades, el malestar o cualquier cosa que uno siente que va a desaparecer.

Dígase en su oración: enfermedad, sécate desde la raíz. Y si uno cree, va a desaparecer.

Pero, uno no debe considerar los síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, cuando examinamos los Evangelios, hay personas que, cuando fueron sanadas, la Palabra de Dios dice así: “…Y al instante quedó limpio de su lepra” (Mateo 8:3). También, hay otras partes de la Palabra que dicen así: “…fue sanado en esa misma hora” (Mateo 8:13).

Pero, ¿qué es una hora?

Es 60 minutos. En otras palabras, hubo un tiempo para que hubiera fruto en el árbol. El árbol se secó, pero no para los ojos físicos, sino para los ojos espirituales, desde la raíz.

La Palabra de Dios sigue: “En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido” (Marcos 11:23). Para referirse al versículo, la fe sobrenatural no es un intento, porque la palabra de Dios es promesa.

Me voy a usar a mí mismo como ejemplo: cuando oro por el pueblo, no hago un intento. Administro con seguridad y verdad que el pueblo será liberado de cualquier cosa. Eso sí, siempre les recuerdo al pueblo que son ellos los que tienen que tener su propia fe. Porque de qué sirve la liberación si uno no cree.

Pero, también van a haber personas que van a necesitar ayuda de mi fe. Y van a haber personas caídas que están enfermas en la fe. También, hay personas cuya fe está mezclada con la duda. Pero en ese momento, yo tengo que tener fe para que ellos reciban la cura de Dios.

La Palabra de Dios dice más: “Por eso les digo que todo lo que pidan en oración, crean que ya lo han recibido, y les será concedido” (Marcos 11:24).

Cuando manifestamos la fe, el milagro ya ha ocurrido. Y quizás, la mayoría de las veces, físicamente hablando, uno no siente nada. Hay ocasiones en las que los síntomas persisten, pero usted ya ha sido sanado.

No considere los síntomas. Considere el poder de Dios. Considere la promesa divina.

Dios le bendiga

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